La creatividad es "la segunda seña de identidad del Homo Sapiens". La primera, dice Ignacio Martínez, "posiblemente sea nuestra capacidad para cooperar, para la solidaridad". Este paleontólogo y el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga recibieron el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica a cuenta de los descubrimientos de ese tesoro científico que es el yacimiento de Atapuerca. Un lugar excepcional para el estudio de la prehistoria y de nosotros mismos. A ambos los releo de vez en cuando tratando de hallar en las explicaciones de estos científicos destellos de lo mejor que somos, razones para la esperanza evolutiva.

Ignacio Martínez hace un relato fascinante. El Homo Habilis fue "el humano capaz de hacer cosas" y "le sucedió algo extraordinario: tuvo una idea. Este hecho es único", afirma. Hasta entonces, los organismos se habían ido adaptando "debido a un mecanismo de cambios al azar en el material genético y sufriendo una selección natural". Sin embargo, en este momento de nuestra historia lejana, "por primera vez a alguien se le ocurría una idea: que una piedra redonda podría llegar a ser otra cosa". Entonces -explica el paleontólogo-, "la golpeó y obtuvo una arista". Y casi puedes ver a ese ser habilidoso afanado en darle forma a su ocurrencia. Esto, que cualquiera pasaría de largo, Martínez lo reviste casi de solemnidad. "Esa primera idea, que nos transmitimos culturalmente, nos salvó". Aquí está la segunda seña que identifica a nuestro linaje a la que se refería: la creatividad. Una capacidad que "hunde sus raíces en el deseo de construir algo que no existe, de cambiar la realidad". Puedes leer su narración con detalle en la web de Executive Excellence, una revista sobre liderazgo y talento.

Juan Luis Arsuaga lo cuenta también con pasión contagiosa (o al menos a mí me contagia). En una entrevista de esas que archivo entre mis favoritas, el investigador afirma en el diario Expansión: "Esa capacidad de soñar e imaginar es lo que nos ha hecho superiores a cualquier otra especie". La periodista Carmen Méndez se interesa por saber quién tenía más talento creativo, los neandertales o los sapiens. Arsuaga responde escueto y rotundo: "los sapiens. Éramos, por así decirlo, los menos prácticos". Y lo explica. "La gente práctica nunca descubre nada; se limita a hacer muy bien lo que ha hecho siempre o lo que le han enseñado a hacer". "La gente creativa, en cambio, es la que hace cosas aparentemente inútiles, experimenta, se equivoca...". Siempre me llama la atención la emoción que acompaña a este científico cuando habla de cómo nuestros antepasados "tenían una enorme capacidad artística, una riquísima literatura oral o incluso música". Cuando se refiere a "esa creatividad desbordante que caracteriza a la especie humana".

Beatriz Valderrama escribió un libro titulado "Creatividad Inteligente" (Pearson, 2012). En esta guía para convertir ideas en innovación, la autora dice que las personas creativas son "pensadores ambidiestros". En una entrevista que nos concedió en Radio El Día, esta psicóloga habló de los dos hemisferios que conforman el cerebro y explicó cómo cada uno cumple funciones diferentes en el procesamiento de la información. Nuestra vida emocional está más relacionada con el derecho. El pensamiento lógico y deductivo con el izquierdo. Pues bien, según Valderrama, "cuando bajamos la vigilancia del hemisferio izquierdo podemos hacer asociaciones más remotas y de ahí (hemisferio derecho) surgen las ideas. Pero si esas ocurrencias no son filtradas por el pensamiento racional, no llegamos a innovar". Así que para que las ideas se materialicen "necesitamos el concurso de todo el cerebro". Imaginación y análisis. Intuición y lógica. Emoción y razón. Y en ese espacio de encuentro, lejos de rigideces mentales, se concilian las soluciones creativas. Esas que determinaron nuestra evolución y nos identifican como seres humanos.

@rociocelisr