Al canarión le encanta una gala Drag. Lo vuelve loco mucho más que a un chicharrero. Este año, con un espectáculo de lo más irreverente para muchos y de lo más calenturiento para otros, un tal Drag Sethlas se coronó, entre la polémica y la absoluta provocación, como la nueva Drag Queen del carnaval de Las Palmas. Verdadero o falso, bueno o malo o quizás todo lo contrario, la Gala Drag de Las Palmas vuelve a ser una de las noticias más demandadas y cliqueadas estos días. En escena apareció vestida de Virgen María y de Cristo crucificado, con una fantasía denominada "Yo no hago milagros, que sea lo que Dios quiera".

Allí todos se pirran por ese espectáculo en el que un hombre (o una mujer, según el diccionario) actúa con estereotipos femeninos y rasgos exagerados, con una intención histriónica de burla a las tradiciones y los roles de identidad de género. Oye, y a mí me parece fantástico. A mí, y al mundo del turismo que entiende Gran Canaria, también, como un destino gay, y a la Gala Drag como uno de sus espectáculos más valedores. La idiosincrasia, la calle y la economía de los empresarios están de enhorabuena, en medio de un todo que se retroalimenta. Eso sí, lejos de parecerse a la Virgen de Candelaria, Drag Sethlas era clavado a la Virgen del Pino.

@JC_Alberto