Muchas ideas de Podemos también las tuve yo, cuando era más joven que ellos y quedaba cercano el mayo/68, donde surgieron, tras la destitución de la clase obrera como sujeto histórico transformador, no como ahora, cuando ya son ideas agostadas e inanes. Tiene toda la razón Albert Rivera catalogando a Podemos como los más antiguos y trasnochados del hemiciclo. Entonces el papel de la mujer tenía poco que ver con el actual; ahora, ellas están dominando (y subiendo) en los sectores más cualificados de la sociedad, y demuestran más coraje y cualidades morales y psicológicas que los hombres. Idea que progresa hoy con fuerza, contra las viejas consignas de los 70, de trinchera feminista. Algo que Podemos y seguramente las feministas no aciertan a comprobar ni les conviene ver. No vaya a ser que se desmorone el último invento propuesto por estos geómetras elementales: más pensamiento-rótulo arcaico.

La cúpula (cópula, para ser más exactos) de Podemos resulta para las mujeres de mi entorno particularmente repudiable. Dicen que el machismo del que hacen gala con novias y exnovias de floreros es humillante e inédito en el panorama político.

Me he encontrado, como todo el mundo, con mujeres ambiciosas, competitivas, con poder, autoritarias, inflexibles... Este sector, así como la gran inmensa mayoría de mujeres, jamás aceptaría estar en la cúpula de Podemos como meros apéndices machistas. Millones de mujeres que progresan, destacan o triunfan en el mundo nada tienen que ver con los marginales círculos feministas, que siguen sin resignarse a que solo representen a su mutilada idea de mujer. Es evidente que la asunción de aquellas condiciones "heteropatriarcales" (¡toma, antropólogos!) es un derecho de las mujeres. A mí me pueden gustar más o menos, pero con total independencia del género que las desarrolle. La proverbial banalidad y audacia de Podemos les convierte nuevamente en misioneros de ideas prosaicas. ¿Qué es eso de feminizar? ¿Qué (infinitesimal) autoridad o sabiduría ostentan? Resultan cómicos, amén de sacerdotales. Sus líderes son especialistas o técnicos, en todo caso, en una sola cosa y de forma militantemente esmirriada, lo que Ortega y Gasset deploraba. Su experiencia de vida se reduce al útero universitario: inocente, placentero, hormonado.

Así triunfó Irene Montero en el Congreso con ese tratado antropológico contenido en la expresión de gueto (pancarta y megáfono): "Machirulismo". La naturaleza humana es la que es y el género hoy constituye una división menor. Proposición a la cúpula de Podemos: intentar también la cópula exogámica para salir del útero y el gueto.