José Luis. Extraordinario comunicador y divulgador de la música clásica que se ha ido de este mundo en el día del Señor 8 de febrero de 2017. Y, en un primer impacto, bien pudiéramos decir que nos ha dejado huérfanos respecto de este arte.

Como siempre, sintonizaba Radio Clásica a las 9 de la mañana del día citado, concluida "la canallesca" de Radio Club Tenerife. Honda conmoción hizo presa en mí cuando escuché en el programa "Música a la carta" la triste noticia: José Luis Pérez de Arteaga había fallecido. Erizado el vello de los brazos y la humedad en los ojos. Se nos había ido un personaje del mundo de la música. Se fue alguien que se nos había hecho extraordinariamente familiar.

Han sido muchos años escuchándole en su programa "El mundo de la fonografía" en la tarde de sábados y domingos. Muchas retransmisiones de conciertos en directo, con las oportunas explicaciones en los prolegómenos y con exquisitas entrevistas en los intermedios. Con análisis de las obras que se nos ofrecían y siempre citando a los redactores de los programas de mano cuando en ellos se apoyaba. Recuerdos gratísimos de sus comentarios en diversos festivales, en los Proms y en el Concierto de Año Nuevo en Viena.

Siempre nos ofreció su gran conocimiento de los directores que afrontaban tal responsabilidad; de los solistas; de las obras que se interpretaban. Era escucharle, cerrar los ojos y sentirte en aquella sala. Era su capacidad envolvente con aquella voz, con su locución, con aquel conocimiento, con aquella capacidad didáctica, con aquellas pinceladas de humor, con aquella respetuosa cercanía hacia los entrevistados.

Han sido muchos años de tenerlo en las ondas. Sólo una vez estuve cerca de él físicamente y ahora ha brotado de mi recuerdo. Fue en un Festival Internacional de Música de Canarias (cuando los festivales internacionales lo eran de verdad y no lo que nos ha ocurrido en este último). En aquel festival era Cepsa el patrocinador principal y se había organizado un brindis restringido en un espacio de la zona alta del Auditorio durante el descanso. Allí estaba yo, cerca de la zona de acceso controlado por personal al efecto. En determinado momento observé que al otro lado se encontraba José Luis Pérez de Arteaga sin poder acceder; le indiqué a Javier Martín Carvajal la circunstancia y rápidamente fue a rescatarlo de aquella situación e introducirlo con los demás invitados. Fue aquella ocasión la única en que estuve cerca de él físicamente; pero había existido y seguiría existiendo una cercanía emocional.

Radio Clásica y todos los aficionados a la música clásica hemos perdido un referente, que hoy se nos hace irrepetible. Larga vida a Radio Clásica para encontrar un sustituto de tan alto porte. Descanse José Luis en la Gloria de Dios.