Leí en París a principios de los 70 del siglo pasado "Carta a Franco" de Fernando Arrabal. Pensé de inmediato que no podría pisar España mientras él viviese. Eran otros tiempos: había riesgo y autenticidad. Época radicalmente antitética de la actual. No voy al cine, por lo que el cine español, el portugués y el italiano me traen sin cuidado.

Recuerdo la entrega de un premio nacional a Fernando Trueba y su sinceridad de confesonario (muy de clase media), de mostrar sus sentimientos íntimos, que se supone a nadie interesan, para negar a la nación que le concedía el premio. Convendremos que sí le importan las naciones. Pensar en naciones y nacionalismo en el momento de reconocimiento de una trayectoria artística es como poco obtuso y obsesivo. Imagino que se suele pensar en padres, maestros, familiares ausentes..., incluso aflorar la gratitud y la humildad. Trueba no: él estaba en el nacionalismo, del que, sin embargo, dice estar totalmente desprovisto. Es como si a mí se me hubiera ocurrido referirme al golf.

Instalado en el confesonario de una infancia de pureza e inocencia, y a fin de rubricar que "pasa" del nacionalismo (español), añadió, congruente, que siempre fantaseó que si España entrara en guerra él se iría con el enemigo: casualmente otras naciones. Resulta milagroso que entre tantas naciones, y guerras entre naciones, como siempre son, pueda hacer cine.

Trueba es un artista, y como artista habita en los jardines de la sensibilidad, las emociones, la intimidad más insondable, la cirugía de los sentimientos y la complejidad de las relaciones humanas. Es decir, en el ámbito más radical de la subjetividad. Ellos miran para adentro, no para fuera; la objetividad, los procesos de la realidad social, la vida común, la economía -salvo lloriqueos, cazo de subvenciones y barra libre- es su mundo siempre rechazado. Ellos cultivan la levitación airada.

Es muy infantil pretender que tú sí puedas molestar y ofender, y a ti no se te pueda tocar. Para piel fina la de estos, ni Podemos. Fernando Arrabal sabía de exilio y del riesgo lógico que asumía. Estos suelen ser tan narcisistas que no conciben la igualdad y reciprocidad de las relaciones humanas, como condiciones naturales de ellas.

Ejercen de intelectuales, sociólogos, filósofos..., en sus "Oscar" del cine ¡español!, que utilizan como cátedras morales, políticas los enemistados (e ignorantes) del mundo objetivo.

Estos españolistas de su cine y subvenciones son básicamente farsantes. Trueba, pero también Almodóvar, Wyoming... "pasaron" de ser antifranquistas: faltaba caja.