Son esa clase de gente falta de conciencia que produce contratiempos múltiples a la ciudad y, por tanto, a sus ciudadanos. Son esos guarros que se pretenden "grafiteros", que van dejando muestras de sus hazañas por doquier, ya sean fachadas, mamparas, marquesinas, cierres de comercios, mobiliario urbano, esculturas, etc., etc. Como tantas otras personas con acendrados valores cívicos, el recientemente fallecido cronista de Santa Cruz de Tenerife, don Luis Cola Benítez, sentía una gran repulsión hacia esa clase de gente carente de respeto a las cosas y a sus convecinos. Le dolían profundamente esas agresiones al patrimonio y a la estética de la ciudad.

Ser "grafitero" es una forma de entender, de ser en el arte. El grafitero lo muestra en espacios hábiles para esa manifestación creando verdaderas obras que causan admiración. Obras que luego mancillan los "guarros" con sus señas de identidad sobre ellas, dejando la impronta de su condición.

Existe otro espécimen de guarro. Son los/las que se afanan al "botellón" en la ciudad y dejan el espacio en que lo han desarrollado extremadamente sucio e inhabitable. Entiendo "el botellón" como una forma de relación juvenil, de pasar una velada animadamente y a un coste inferior al que devendría de hacerlo en locales de ocio. Pero ello no habría de implicar mostrar naturaleza de guarros. Estoy casi seguro de que la mayoría de tales "botellonistas" son y se comportan, fuera de esa actividad, de forma civilizada en sus relaciones diarias con la sociedad. Entonces ¿por qué dejar las zonas que ocupan en el estado de suciedad e inmundicia que las dejan?

Cuando camino, en el amanecer de los domingos, por la avenida Francisco Larroche (o avenida de Anaga) veo cómo han dejado los bancos y las zonas aledañas quienes allí han practicado el botellón: absolutamente indecente. Bancos que no podrá utilizar paseante alguno si no es que aparezca por allí la brigada de limpieza municipal con la dotación suficiente. Desalmados, ¿es necesario guarrear para disfrutar del espacio?

Otros desalmados más peligrosos son esos que contraviniendo los avisos de riesgo no ponen cuidado alguno para que no se produzca un incendio. Qué decir de quienes se dan gusto en prender fuego por mero placer, si no por causar el mayor daño posible. Estamos padeciendo una ola de incendios, la mayoría provocados, en Galicia, en Portugal, en Madeira, que están teniendo graves consecuencias. Qué decir del incendio de La Palma. Es una plaga desde hace muchos años. Y el legislador ¿qué hace?