Hannah Arendt contrapuso a su ex-amante Heidegger y su "ser para la muerte" la natalidad, el renacer, el nuevo comienzo. Mercedes Pinto desarrolló esa fuerza vital de manera empírica. Tras un matrimonio con un paranoico que la tortura, y tres hijos (por cuya herencia teme), contraerá nuevo matrimonio y tendrá dos hijos más. Una mujer que a la vez acomete un sinfín de actividades. Nacen hijos, pero ella siempre renace y siempre comienza, nomadea.

Si hay alguien irrepetible en la literatura canaria es Mercedes Pinto. Tampoco nadie tan cosmopolita -ni siquiera María Rosa Alonso- y que se desenvolviera entre tantos saberes y disciplinas, siendo además autodidacta. No se conformó con ser poeta, dramaturga, novelista y periodista. Lo podía haber hecho; a fin de cuentas es lo que hacen los literatos. Se interesó por el pensamiento, también por el psiquiátrico para desentrañar a su primer marido y denunciar la discriminación sexual y falta de libertad, lo que le valió el exilio. No sin antes transgredir todas las convenciones sociales. Y noveló sobre ella, tuvo ese valor, que fue en todo.

Una de sus novelas llevó al cine Buñuel. Su convivencia con la paranoia marital y su reflexión atrajeron el interés del psicoanalista Jacques Lacan, uno de los pocos que se sumergió en el estudió de esa patología. Autor que apreció el método paranoico crítico de Dalí. La genialidad se encadena. Pinto estaba avezada en distintas disciplinas: pedagogía, sexualidad, psicología, sociología, feminismo, pero más en el contacto con espíritu y alma. Fue muchas veces a la universidad, pero como conferenciante y a otras muchas tribunas de América Latina. Aunó compromiso social y político; con consultorios sentimentales atendió zozobras del alma y la vida, defensora de los judíos, como reformadora, colaboró con distintos Gobiernos.

Pinto tuvo en común con otra de las grandes intelectuales canarias, como es María Rosa Alonso, de entrada su cosmopolitismo -vivió en Venezuela y fue una gran viajera, que se reía de Pérez Minik por ser cosmopolita sedentario-; Mercedes residió en Uruguay, Chile, Cuba y México. Ambas trataron a Ortega y Gasset; Alonso, a la Escuela de Madrid; Pinto, a Unamuno, Marañón y otras autoridades científicas, así como escritores: Alfonso Reyes, Carmen de Burgos, Juana Ibarbourou.

Estas grandes intelectuales canarias no caen de hinojos ante las vanguardias, su esteticismo y utopías, como los de Gaceta de Arte, tampoco subestimaron el pensamiento español. La defensa realizada por Pinto de los judíos está reconocida con un bosque plantado en su honor en Jerusalén.