Las primarias de las elecciones presidenciales de Estados Unidos ya han pasado el ecuador y parece que están claros los candidatos que se enfrentarán -como cada cuatro años- el primer martes después del primer lunes de noviembre -así de extraña es la ley electoral norteamericana-: es decir, este año será el día 8 de noviembre de 2016.

Por el Partido Republicano, si nadie lo remedia, el candidato será el xenófobo Donald Trump, y por el Partido Demócrata, la primera candidata a presidenta de EEUU en toda la historia que es mujer: Hillary Clinton. Tanto Ted Cruz, senador por Texas, como Marco Rubio, senador por Florida, por los republicanos parece que tienen pocas posibilidades de conseguir la nominación -salvo que se forme un frente común contra Trump-: se diluye así la posibilidad de que un hispano aspire a la presidencia estadounidense. Por el Partido Demócrata, Bernie Sanders, de 74 años, senador por Vermont, también parece que no alcanzará a Hillary Clinton.

La riqueza de una nación como los Estados Unidos de América -para algunos rimbombante nombre, ya que se refiere a todo un continente (Estados Unidos de Norteamérica también sería incorrecto, ya que debe incluirse a Canadá y a México)- se ha basado en la pluralidad multicultural de los emigrantes; no hay en el mundo una nación étnicamente purista. Particularmente, EEUU se desarrolló en base a flujos migratorios -con la triste segregación de indígenas y negros-.

Los sociólogos indican que la vitalidad de EEUU se ha debido al conjunto de fusiones y, al mismo tiempo, tensiones culturales, desde el amor a la tierra y a la naturaleza de los autóctonos, hasta la preocupación por la prosperidad de los protestantes, a la vitalidad física -y también cultural- de los afroamericanos en los siglos XVII y XVIII. Ya en el siglo XIX cabe destacar la fuerza industrial europea; y en el siglo XX, el ingenio asiático y la base laboral latinoamericana.

Donald Trump y sus propuestas republicanas de muros, expulsión, criminalización y represión no son dignas del país que ha acogido y se ha construido con base en flujos de migrantes y en migrantes selectivos. Criminalizar a los latinos y a los islamistas no va a mejorar el clima democrático de Estados Unidos, y tampoco va a acelerar el crecimiento económico, ya que lo único que se logra con este "neoapartheid" es aislamiento, y en el contexto global es un grave error.

Estados Unidos necesita un presidente afable, brillante y con sentido común, cosas que drásticamente no tiene Donald Trump. Ser presidente de Estados Unidos no trata solo de gobernar a una nación, es un cargo simbólico de implicaciones globales, y Estados Unidos no necesita un magnate -y menos un xenófobo-, sino un verdadero estadista, capaz de unir y no de dividir.

Es hora de que la democracia estadounidense le brinde oportunidades a una mujer; si fue casi milagroso que un negro -Barack Obama- llegase a la Casa Blanca, ya es hora de que el cargo de presidente/a lo ocupe una mujer. Hasta ahora, sólo ha habido una mujer aspirante a vicepresidenta, Geraldine Ferraro, miembro de la Cámara de Representantes -Congreso- de EEUU por Nueva York. Sin embargo, la estrategia del candidato demócrata Walter Mondale con Ferraro no causó conmoción y la derrota demócrata en las elecciones presidenciales de EEUU en 1984 -ganadas por el republicano Ronald Reagan- ha sido una de las más duras que ha sufrido el partido en la historia.

Ahora parece que sí, que definitivamente será una mujer la que aspira al máximo cargo del país más importante del mundo. Hillary Clinton -esposa de Bill Clinton, ocho años presidente estadounidense- logró desde un principio desmarcarse de ser la esposa del presidente. Abogada de prestigio, senadora por Nueva York, fue ministra de Asuntos Exteriores durante el primer mandato de Obama. Su labor en este último cargo no estuvo exenta de polémica en algunas ocasiones -como la filtración de correos electrónicos que no la dejaban en buen lugar-, pero no cabe duda de que es una persona con mucha experiencia jurídica y política.

Desde Europa nos asombra que alguien como Trump pueda ser votado mayoritariamente por los miembros de uno de los dos partidos principales de EEUU (aunque no debería de asombrarnos tanto, observando los votos del Frente Nacional Francés liderado por Marine Le Pen -segundo partido más votado en la primera vuelta de las elecciones regionales- y del Partido por la Libertad (PVV) holandés encabezado por el xenófobo Geert Wilders con el 16% de votos.

A sólo seis meses de las elecciones presidenciales parece que una mujer va a hacer historia: Hillary Rodham Clinton.

* Presidente de TuSantaCruz