Una de las cosas que más rápidamente se aprenden en este oficio es a no hacer demasiadas predicciones, porque normalmente se suele meter la pata. La política es imprevisible e incompatible, en ocasiones, con el sentido común, que en lo tocante a la cosa pública en España es el menos común de los sentidos.

En nuestro país se han dicho muchas tonterías. Pero no por la gente normal, en la barra del bar, donde es fácil que a uno se le escape cualquier cosa. Se han dicho con bombo y platillo, desde la púrpura del poder. Pero casi nadie recuerda las promesas incumplidas, los gatillazos proféticos o las salidas de tono de unos y de otros. Y mira que hay.

Al primo de Rajoy, que le hablaba del cambio climático, ya nadie le recuerda. Ni el brillante postulado matemático de Ana Botella sobre el matrimonio homosexual, que es como si se suman una manzana y una pera; "nunca pueden dar dos manzanas". Y ahí queda eso. O lo de Jordi Sevilla diciendo que "en dos tardes" le enseñaba economía a Zapatero. Le faltaron unas clases porque negó la crisis hasta que le subió por los calcetines y aseguró, el pobre, en julio de 2007 y sin ver lo que se nos venía encima, que "en la próxima legislatura lograremos el pleno empleo en España". Pero dejemos a los políticos y hablemos de los nuevos "gurús", los economistas.

Hoy nos explican economía en las pizarras de la televisión. La gente se empieza a preocupar por saber un poco más de las primas de riesgo, del nivel de la deuda y de la marcha de las grandes cifras del país. Y quienes nos dicen cómo van las cosas son los economistas, que, según alguna jocosa definición, son expertos en medicina forense, capaces de explicar cualquier cosa a condición de que ya haya pasado.

Muchos "expertos" no han estado finos con las profecías. Las principales figuras de la economía española dijeron frases que resultaron imperecederas. Como que los gestores de las cajas de ahorro españolas "podrían dar clases" magistrales en la Escuela de Negocios de Londres sobre gestión bancaria (vaya tela, todas quebradas). Alguno aseguró que 2010 sería un año fabuloso para invertir (fue uno de los peores años de la bolsa). Otros anunciaron el "inevitable rescate de España" y que acabaríamos racionando el combustible en las estaciones de servicio. Por no hablar de los que vaticinaron sin ningún género de dudas que en este país tendríamos un corralito y sacaríamos el dinero de los cajeros a cuentagotas. No dieron ni una.

Pero el circo social se basa en la amnesia. El pueblo tiene los sesos ocupados en muchas cosas más divertidas o apasionantes, como las funestas alineaciones del Real Madrid, y todo esto se acaba olvidando. Eso es lo maravilloso de vivir en un país Mediterráneo con amnesia retrógrada. Así puede ocurrir que en cada campaña electoral se puedan repetir las mismas tonterías sin que nadie se escandalice. Por la sencilla razón de que nadie les hace puñetero caso. Tanta saludable enajenación seria para reírse, si no fuera tan serio.