A veces el ruido puede distraer, pero si los cinco sentidos se mantienen atentos hacia una misma dirección resulta más difícil desviar el rumbo. En estos cien días de gobierno en el Cabildo, hemos intentado gobernar con sensatez y sobre todo en una actitud de escucha y diálogo que mantendremos activa para establecer las prioridades en función de las necesidades de las personas, que son las que nos han colocado al frente de las instituciones. Durante este corto periodo de tiempo nos hemos marcado una hoja de ruta clara sobre la base del Pacto por Tenerife, que ha comenzado a dar resultados concretos. El avance en la financiación del Estado para la conclusión del Anillo insular, el desbloqueo del Gobierno de Canarias, para que podamos contratar desde el Cabildo a 672 personas de los colectivos más necesitados, son algunos ejemplos de cómo el diálogo y el esfuerzo centrado en un único objetivo, sin distracciones, es el que realmente nos hará avanzar. Tenemos claro que en solitario el camino se hace mucho más cuesta arriba, de ahí mi interés por estrechar los lazos de entendimiento con los diferentes departamentos del nuevo Ejecutivo regional, con quienes ya nos hemos sentado para sumar esfuerzos y también con los ayuntamientos, que son quienes día a día conocen de cerca los problemas e inquietudes de los ciudadanos. Sabemos que no es tarea fácil, pero entre todos y con colaboración siempre es más fácil avanzar. Las soluciones nunca llegarán si nos encerramos en nuestra torre de cristal y nos limitamos a protestar.

Otro ejemplo del trabajo que hemos hecho en este tiempo por las personas es la búsqueda de fondos para mejorar la educación a través de becas de estudio. Esta es también nuestra prioridad. Porque para ser mejores y más competitivos tenemos que estar preparados. Mejorar nuestro capital humano es la filosofía de las acciones que bajo el paraguas de Tenerife 2030 queremos desarrollar para que esta sociedad esté en ese año mucho más y mejor preparada. Un ejemplo de lo que supone una buena preparación lo vivimos precisamente estos días con la celebración los 25 años de vida del Instituto Tecnológico de Energías Renovables que puso en marcha Ricardo Melchior cuando Adán Martín presidía la Corporación insular.

A comienzos del siglo XX, una serie de economistas abordaron el misterio de la santísima trinidad de la economía. Estudiaron el crecimiento de un país como los Estados Unidos de América y se dieron cuenta de que el resultado final no era igual al crecimiento del capital y de la mano de obra. Había un tercer factor decisivo para explicar que el crecimiento fuera mayor que la suma de esos dos factores: la tecnología disponible. Gran parte de las mejoras productivas, del crecimiento y la competitividad, venia de la mano de un capital humano brillante capaz de innovar en el terreno de la tecnología.

Sin talento y sin un espacio donde el talento pueda desarrollarse, las sociedades están condenadas a acostarse, a secarse y a morir. El ITER es el futuro en una sociedad privada de recursos naturales y geográficamente compleja a la que no le queda otro camino que el desarrollo inteligente de sectores en donde seamos imbatibles. Para eso, antes que nada, necesitamos potenciar la mente colectiva, el talento de nuestra Isla en todas sus facetas profesionales.

A lo largo de estos 25 años, el ITER ha demolido ese falso concepto de que no sabemos crear, innovar y desarrollar proyectos científicos complejos en nuestra isla. Y porque sabemos hacerlo vamos a trabajar hasta donde alcancen nuestras fuerzas, por la excelencia científica y tecnológica para irradiar nuevas cotas de competencia y capacidad a nuestros sectores productivos, desde la energía al turismo, desde la agricultura a la industria, desde la astrofísica a la biología.

La formación y empleo están íntimamente ligados. Son dos de los frentes que han sido prioritarios en estos cien días, como la sanidad o las infraestructuras. Y nos le quepa la menor duda de que seguirá siendo así, sin interferencias y con quien quiera sumar por Tenerife.