El cronista confiesa estar aturdido. Imposible controlar la confusión que le produce la avalancha de mensajes que le llegan desde tribunas y siglas distintas. La mensajería, como digo, me lleva a tiempos atrás, cuando la ilusión era otra, porque, muy posiblemente, también eran distintas las voces y las aspiraciones. Más sinceridad en los protagonistas, más crédito en sus palabras. Cambia los tiempos, si, pero también las formas. Y no siempre para mejor.

-Fuerte rollo, compadre.

-Es lo que me ocurre en tiempo de elecciones.

-Pues es muy bueno eso, compadre, porque eso significa que hay democracia y que se ejerce el voto para elegir a nuestros responsables políticos, nuestros gobernantes...

-Sí, sí... pero me refiero a las campañas, precampañas, discursos, promesas...

-Ya, ya... pero como titula usted su crónica, "parole, parole, parole... palabras, palabras, palabras", ¡pues eso! Como la canción de la italiana Mina, ¿recuerda?

-¿Quién no recuerda a la espléndida Tigresa de Carmona? Parole, parole, parole... Pues piense que la letra viene al pelo para su propuesta periodística de hoy, señor cronista. Escuche:

"¿Qué nos está pasando?, te prometo que todo va a ser diferente, dame otra oportunidad, sólo una más... palabras, palabras, palabras... entre los dos, sólo tu y yo".

-O sea, en su metáfora usted quiere decir, tu (votante) y yo (candidato).

-Cierto, y es bueno ejercer cada cierto tiempo el derecho al voto y que llegue a todos: ricos, pobres, mayores, jóvenes, activos, jubilados... todos, todos tienen el mismo valor.

-Sí, una persona un voto.

-Sí, pero pregunto, como Jean Paul Marat, por cierto, periodista como usted...

-...Ya, ya, pero especialmente político y revolucionario.

-...¿Me deja terminar, coño?, que ustedes los periodistas siempre están interrumpiendo, sobre todo los de la radio... (El cronista baja la cabeza, asintiendo)... pues, ...¿por dónde iba?... ¡Ah, sí!... pues Marat decía: "¿De qué sirve la libertad política para los que no tienen pan? ¿Eh?... Responda.

-Pues no sé, no sé, pero me lo imagino...

-...Pues que sólo tiene valor para los teorizantes y los políticos ambiciosos.

-Hay mucho de verdad. Ahora mismo las palabras trabajo y empleo son las más repetidas como promesas de futuro... en fin. ¿Cómo van a cumplir?

-¡Y que discursos, querido amigo, que muchas veces no se les entiende ni en el lenguaje ni en las ideas!

-Sí, de muy pocos llega muy bien un mensaje. A Juan Manuel García Ramos, por ejemplo, se le comprende lo que dice de principio a fin.

-¡Y tanto!

-Y lo cito, porque me viene a la mente un episodio que yo presencié, vivido en una emisora de radio con César Fernández Trujillo y, por cierto, se cumplen en estos días aniversario de la muerte del querido amigo... Como decía, en un momento de elecciones, César entrevistaba a Juan Manuel y los oyentes llamaban haciendo comentarios y coincidían en que se le entendía todo su discurso, cosa que no pasaba con otros... que, además, se cabreaban. Ahí están los archivos que lo demuestran.

-Es verdad. Es un político que tiene a su favor el dominio del lenguaje como catedrático de Lengua que es y sabe lo que "jabla", como dice mi vecino Cho Juan, el de Las Mercedes. No hace falta que todos sean profesores, pero, coño, por lo menos... un poquito de entendederas. Ahí tienes, por ejemplo, al colega Salvador García, otro que habla clarito, clarito... para el pueblo, que no rebusca palabras extrañas, como otros.

-¿Y qué me dice de la manía de hacer frases rimbombantes para ocupar titulares?

-Sí, es cierto, pero reconozca que algunas pasan a ser históricas como "Sangre sudor y lágrimas" de Churchill, "Puedo prometer y prometo" de Adolfo Suárez.

-Sí, pero dicen que esa fue aportada por el periodista Fernando Ónega e inspirada en la de Gil Robles cuando dijo en las Cortes, "Vamos a hacer y haremos".

-"La calle es mía", de Fraga Iribarne.

-Hay una muy conocida que aquí, en nuestra tierra, se puede aplicar muy poco porque el que llega a una silla se agarra a ella como una lapa.

-¿Cuál?

-"Hay momentos en que cesar de un cargo evidencia que se es digno de él".

-Cierto. Ahí tiene el ejemplo de esos laboristas ingleses, toda una lección.

-Claro y es que algunos no se dan cuenta que prometen cosas imposibles... por tanto el discurso es falso.

-Y "lo que es malo en moral, es malo en política".

-¡Coño, eso es de Rousseau!

-Cierto... vaya como mensaje para quien quiera oírlo, ahora que están en campaña.

-Bien, pues pese a todo, votemos en libertad que es un lujo que no todos pueden permitirse.

-Amén.