Cuando comenzó la Gran Recesión, 2008, proliferaron como si fueran champiñones los nuevos oportunistas de la desgracias de lo ajeno. Una cantidad ingente de pequeños locales nos ofrecían comprarnos todo tipo de joyas, piezas de oro, plata, piedras preciosas, en la forma y modo que quisiéramos. No había límites a la avaricia. Cada persona que se acercaba a estos locales lo hacía marcada por la necesidad de cubrir las necesidades básicas de alimentación, vestido y vivienda, así como el sufrimiento que suponía haber perdido un empleo. Como todos recordamos, los bancos de alimentos, y las campañas de las organizaciones de asistencia humanitaria estaban a pleno rendimiento. Vender el anillo del abuelo, la pulsera de la madre, el collar de la bisabuela, añadía si cabe, una carga sentimental que hacía mucho más duro desprenderse de estos objetos.

El oro, como en toda catarsis económica, volvía a convertirse en valor refugio de los capitales ociosos. Invertir en los mercados financieros en el activo amarillo se convertía otra vez en un buen negocio para los especuladores. Pero el oro es un mineral, su ingesta no proporciona componentes proteínicos ni vitamínicos que compensen los déficits alimenticios. Su durabilidad como valor refugio esta limitada en el tiempo. Recuerden las civilizaciones mayas, aztecas y del lejano oriente que han desaparecido misteriosamente, encontrándose fabulosos tesoros en sus tumbas, expoliados la mayoría de ellos. Frente a las hambrunas, el oro no podía competir. El oro no se come, es un activo que fluctúa como cualquier otro.

Pero estamos en 2015, los "compro oro" están siendo sustituidos por los "compro piso", ¡¡¡otra vez!!! ¿De verdad hemos aprendido la lección? No creo. Edmund Burke, en su arbitraria crítica contemporánea de la Revolución Francesa, previno contra la propensión juvenil a ignorar el pasado en nombre del futuro. La sociedad, escribió, es "una comunidad no sólo de los vivos, sino que también forman parte de ella los muertos y los que aún no han nacido". Carlo María Cipolla dijo que "el ser humano no aprende nada de nada ni de su experiencia personal ni de sus semejantes, tanto si es colectiva como individual, y sigue, por tanto, repitiendo con monótona tozudez los mismos errores e idénticas fechorías, con consecuencias destructivas para el progreso humano".

Socialistas por Tenerife-Los Verdes quiere que Tenerife salga de una vez de este ciclo adictivo y repetitivo en donde la especulación inmobiliaria y la construcción unidas a los records anuales de llegada de turistas se conviertan una vez más en el motor de crecimiento. Un modelo que a nuestro juicio esta agotado, es ineficaz y no ha sido capaz en los momentos de máxima expansión de la economía canaria, 2006, de reducir las tasas de desempleo por debajo del 15%, cuando el resto del país se movía en torno a una media del 7,8%. Hoy en día, según los últimos datos de la EPA 2015, a nivel nacional estamos en el 23,7% y en Canarias en el 30,8%. Entonces, hacia dónde va la riqueza que generan los máximos anuales continuados de entradas de turistas? ¿Cómo es posible que estos datos espectaculares no se vean reflejados en una caída sustancial de las tasas de desempleo? ¿Dónde está la trampa? Resultado, empleo precario, bajos salarios, inestabilidad laboral. El turismo, a pesar de representar más del 30% de la riqueza de la Comunidad Autónoma de Canarias, es incapaz de liderar la recuperación del empleo. Busquemos otras alternativas viables, respetuosas con el entorno, generadoras de empleo intensivo y de calidad, y que tenga en la economía social y los nuevos modelos económicos, el pilar de su desarrollo.

La innovación, la búsqueda de nuevos nichos de emprendedurías colectivas, el fomento de las economías colaborativas, de lo próximo, lo local, lo cercano a las personas, la economía del conocimiento aplicada a una industria adaptada al tamaño de la Isla, pero intensiva en mano de obra, los parques tecnológicos. El compromiso desde el Cabildo de Tenerife en impulsar políticas que favorezcan la participación de empresas, autónomos y pymes en proyectos colectivos, priorizando aquellas empresas que muestren su respeto por la armonización salarial, la educación medioambiental, la igualdad de genero, y la incorporación de un código ético interno. El Cabildo debe de convertirse en impulsor de políticas que propicien la transformación de la sociedad tinerfeña desde abajo, desde las competencias transferidas por la Ley 14/1990, de 26 de julio, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas de Canarias en donde el fomento de la cultura está bien definido. Una acción cultural y educativa que tenga como eje central a las personas. Que sea transformadora de los núcleos urbanos mediante programas de gobierno abierto a los ciudadanos, vayamos hacía el concepto de ciudad inteligente adaptada a las personas. Se deben potenciar espacios colaborativos y colectivos de encuentros ciudadanos, lo común, lo mutuo. Las nuevas formas de hacer economía surgidas tras la última crisis económica han venido para quedarse, no se van a marchar, y tienen una misión: transformar la sociedad. Socialistas por Tenerife- Los Verdes apuesta por ello.

*Candidato al Cabildo de Tenerife

por Socialistas por Tenerife-Los Verdes