El cronista viaja hoy a cubrir un tema diverso a un lugar diverso; o más, bien, disperso, porque son muchos los personajes y los asuntos que se entrelazan.

En un país que está lleno de cirujanos atentos a las más extrañas operaciones de todo tipo: operación nécora (mar), operación púnica (historia), operación enredadera (vegetal), operación Noos (espectáculo y realeza), Gürtel (negocios varios), etc. Y personajes como Monagos, Pepiño, Bárcenas, Oubiña, Iñaki, Granados, Machín, y también etc. (es decir, varios más).

Pero, además, es un lugar de encuentros y vivencias felices, historiadas por una amplia gama de parejas y amores al paisaje, al clima, la gastronomía y las tradiciones.

Una región que en la antigüedad estaba llena de conejos y que, al parecer, de ahí le viene el nombre con el que la bautizaron los romanos. Se decía que era tan boscoso que una ardilla podía llegar de Galicia a Andalucía, saltando de árbol en árbol, de pino en pino: Hispania.

Y en donde la picaresca y el esperpento tienen aquí su cuna. Desde antes de el Lazarillo de Tormes y Valle Inclán, aquí las historias de bribones y listillas se reproducen a lo largo de los años hasta nuestros días en este ruedo ibérico, y en su total geografía. (Recuerden que no hace mucho contamos las andanzas de un "héroe" local).

Por aquí han pasado de todo el mundo, en todo tiempo: iberos, celtas, germanos godos, romanos, árabes... mezcla de razas que han conformado fisonomía y carácter.

No hace aún muchos días este cronista veía por la calles de Madrid un buen número de elefantes camino del despacho de la presidenta Esperanza Aguirre. Así se vivió ese momento.

¿Pero que hacen aquí estos animales?, gritó la Espe. ¿Y quiénes son ustedes?, dijo dirigiéndose a los tres hombres, con vestimenta de guerreros, que montaban a los paquidermos.

Señora, venimos de Cartago y, antes de tomar Roma, hemos querido pasar por aquí para reclamar nuestros derechos. Este es mi hermano Asdrúbal, mi anciano padre Amílcar Barca y un servidor, Aníbal.

¡Ah, los del vino reconstituyente!

No, señora, los de las Guerras Púnicas.

¡Coño! ¿Quién lo diría? ¿Y a qué se debe esta inesperada visita?

¡Nosotros se lo explicamos! Dos personas, a las que reconocí enseguida, se acercaron al grupo. Eran los paisanos Teddy Bautista y Caco Senante.

¡Hola, Teddy; hola, Caco! ¿Qué hacen dos artistas acompañando a estos guerreros?

-Artistas, sí; pero en este momento representamos a la SGAE, la Sociedad General de Autores.

-Bueno, les hago la misma pregunta, que tengo prisa que voy a coger la moto para sacar unos euritos en el cajero y no quiero que me vean los municipales... ¡Anda, que luego me multan injustamente!

-Pues resulta que estos señores vienen de Cartago a reclamar sus derechos, los royalties correspondientes al uso reiterado de su nombre, dijo Teddy.

-¡Eso, éso... de momento!, apostilló Senante.

-Señora,... y Aníbal se bajó del elefante (¡Vaya cuerpazo!, pensó la presidenta).

-Señora, ¿usted no sabe que los cartagineses somos los auténticos púnicos?

-Bueno, algo recuerdo de la escuela.

- ¿Y con qué permiso están haciendo aquí en España un mal uso de nuestro patrimonio fenicio, y de antes, cananeo, aplicándoselo a corruptos como el tal Granados y sus compinches? Y encima, no ingresan en la SGAE las comisiones correspondientes.

-Mire usted, esos bautizos los hace la Policía, así que yo... (Esperanza, retadora).

-¡Si me permiten! (Una voz nueva que surge del tumulto)

-¿Quién es usted?, preguntaron al señor que se acercó al grupo.

-Soy Wolfredo Wildpret, catedrático de botánica.

-Hola, Wolf, saludó Senante.

-Hola, Caco. Miren ustedes, aquí hay una tremenda confusión, señor Aníbal, con todo respeto a su padre Amílcar, a quien admiro por su peleas con Escipión el Africano, y lo mismo le digo, Asdrúbal.

-¡A ver, a ver!, se interesaron todos.

"El nombre de púnicos es porque en botánica se conoce al árbol del fruto del granado como, escuchen bien, como Púnica granatum. Repito y resalto Púnica granatum... y la Policía aprovechó el apellido del tal Granados para bautizar a su operación (otra vez la palabreja operación) con ese nombre científico: púnica. He dicho", concluyó el profesor Wilpret, al que ovacionaron largamente.

El cronista presenció cómo hubo disculpas en varias direcciones, abrazos, besos y cómo Esperanza Aguirre se dirigía a los presentes, subiéndose a lo alto de la escalinata:

¡Amigos, amigos todos! ¡Y ahora, como presidenta de la Comunidad de Madrid, quedan invitados al encuentro mundial "Amor, mon amour, my love", que se está celebrando en El Retiro con presencia de gente amorosa, glamurosa y l''amorosa, como dice Gigi. Verán a la poetisa Safo que ha venido desde Lesbos a presentar un libro de Sandra Barneda, Napoleón y Josefina, Jesús Vázquez y Boris Izaguirre, Cleopatra y Marco Antonio, Olga María Henao y José Antonio Monago, la princesa Corinna y..., bueno, mucha, mucha gente,... es decir, amores diversos para todos los gustos y edades. ¡Viva la vida y viva el amor, Aníbal... y pelillos a la mar!

¡Hala, a la fiesta, Aníbal! Y no se preocupe por los elefantes, que allí tenemos un buen parque para ellos y con elefantas muy vistosas. (Y el cartaginés asintió, prendado del discurso de Esperanza).

Al cronista no le queda más remedio que cerrar su narración así: "Y colorín colorado...".

Hasta la semana que viene.