Poco podemos -y también poco queremos- añadir hoy a lo ya manifestado en nuestro comentario de ayer sobre la imputación de Fernando Clavijo y otras personas relacionadas con decisiones adoptadas en el seno de la Corporación municipal lagunera. Por el bien de todos ellos, deseamos y esperamos que este proceso judicial no se demore sine die porque está en juego la carrera política del actual alcalde de La Laguna; una persona capaz de aportarle al nacionalismo canario la renovación que tanto necesita. Sería injusto el alargamiento innecesario de una causa que se inició en 2010 -hace más de cuatro años-, cuando el juez Pamparacuatro ordenó que se realizaran escuchas telefónicas al principal de los imputados. Que los magistrados hagan su trabajo, pero que lo hagan sin dilaciones indebidas. Conocemos las muchas carencias humanas y materiales que sufre actualmente el estamento judicial para llevar a cabo su cometido, pero los ciudadanos no pueden seguir sufriendo por ello. No es sensato -sino todo lo contrario- que un proceso concluido recientemente con la absolución de los políticos que en su día fueron acusados haya estado en los juzgados nada menos que dieciséis años. Volveremos a hablar de la Justicia, con amplitud, en nuestro editorial de mañana.

Queremos aprovechar el comentario de hoy para abordar un tema recurrente y a la vez de gran trascendencia para la capital tinerfeña como lo es la relación de la ciudad con su puerto y, en definitiva, con su mar. Tiene el alcalde José Manuel Bermúdez en su portafolios ambiciosos planes para el litoral santacrucero. Con el fin de resaltar la importancia de ponerlos en marcha cuanto antes, apela el primer edil a la generación de riqueza y a la necesidad de fomentar el empleo. Quiere que los vecinos de Santa Cruz, amén de los habitantes del resto de la Isla, "tengan una oportunidad para salir del hambre y dejar de ser usuarios de los servicios sociales". Subraya igualmente la importancia de que los ciudadanos puedan disfrutar al lado del mar lo mismo que lo hacen en el centro de la urbe. Como otros políticos, cita Bermúdez el título de una otrora afamada sección de nuestro periódico, como lo fue "El puerto es lo primero", y una frase de Juan Antonio Padrón Albornoz, el periodista que la creó: "La gran pradera azul".

Estamos de acuerdo con José Manuel Bermúdez siempre que sus palabras no se queden en el hueco discurso de siempre. Por desgracia, para Santa Cruz el puerto ha dejado de ser lo primero. Exactamente lo contrario de lo que ha sucedido en Las Palmas, donde las instalaciones portuarias han sido mimadas por todos los responsables políticos, independientemente de cual haya sido su ideología. El puerto de Santa Cruz debe dejar de ser una barrera entre los ciudadanos y el mar y, al mismo tiempo, recuperar la pujanza que tuvo en los años sesenta, cuando era escala casi obligada en el tráfico de pasajeros, y aun de mercancías, entre Europa y Sudamérica. Hoy las circunstancias han cambiado. Sería absurdo no admitirlo. Actualmente el gran pulmón económico de la isla está en el Sur. Por eso EL DÍA siempre defendió el puerto de Granadilla no como sustituto de Santa Cruz, sino como complementario del capitalino. Sin embargo, numerosos son los enemigos de Tenerife. A día de hoy seguimos sin pruebas fehacientes de quiénes los financian, motivo por el cual guardamos un prudente silencio, pero nos lo imaginamos.

Lo importante es que el puerto de Santa Cruz tiene que recuperar con el tráfico turístico y deportivo el esplendor que tuvo hace medio siglo. Hoy los viajeros no van del Viejo al Nuevo continente -y viceversa- en barco. Lo hacen en avión. Sin embargo, los alisios continúan pasando por Canarias como lo hacían en los tiempos de Colón. Miles de yates cruzan cada año el Atlántico y les viene muy bien recalar en nuestras Islas. Clama al cielo que sigamos sin tener una marina en condiciones, como la que existe en Las Palmas. Estamos perdiendo decenas de puestos de trabajo directos, además de muchísimos indirectos porque los tripulantes de esas embarcaciones son, en la mayoría de los casos, personas de alto poder adquisitivo. Captar este tráfico, que requiere importantes instalaciones de ocio igualmente requeridas por la población local, es el gran reto de Santa Cruz. Ojalá el Plan especial del puerto, aprobado el jueves por el Ayuntamiento capitalino, sea el inicio de un prometedor futuro.