Hay noticias que ocupan las portadas de los rotativos no porque realmente lo sean, sino por cierta inercia informativa. Las noticias, "news" en inglés, son fundamentalmente novedades, y no es en modo alguno algo nuevo que el Tribunal Constitucional español haya suspendido cautelarmente la consulta sobre las prospecciones petrolíferas que pretendía realizar el Gobierno de Canarias el día 23 de este mes. Lo que en realidad ha hecho este organismo es admitir a trámite los recursos presentados por el Gobierno de España contra las intenciones de Paulino Rivero y su Ejecutivo autonómico. Sin embargo, esa admisión implica de forma automática la suspensión de la consulta hasta que los magistrados resuelvan los recursos.

Nada, insistimos, que no esperásemos desde hace tiempo. Una muestra más de lo mal que se está gestionando el asunto del petróleo en Canarias. Al final, tendremos prospecciones, e incluso extracciones si los sondeos fuesen positivos, pero no los beneficios derivados de esta actividad. Enfrentadas en un absurdo terrero por una parte la terquedad de Rivero y por otra la soberbia de Soria, resulta que está ganando la prepotencia del Gobierno central. Un autoritarismo materializado, en este caso, en la actitud del ministro de Industria. No andábamos desacertados cuando nos referíamos frecuentemente al trato colonial que reciben estas Islas desde hace casi seis siglos. Nuestro lenguaje editorial es hoy más moderado porque la situación también es distinta, pero las causas que lo motivaron siguen vigentes.

Causas o motivos intrínsecos que nos llevan a hablar también de torpezas políticas. Si resulta previsible desde un primer momento la imposibilidad de impedir las prospecciones, ¿por qué no eligió el Gobierno de Canarias un planteamiento encaminado a lograr los máximos beneficios posibles para las Islas? La oposición frontal y sin cuartel a José Manuel Soria, a su Ministerio de Industria y a todo el Ejecutivo de Mariano Rajoy conlleva réditos políticos para Rivero, para CC y en menor medida para el PSOE, pero no para un pueblo canario que, en un porcentaje elevado, continúa padeciendo carencias. Con la suspensión de la consulta a manos del Tribunal Constitucional ya ha conseguido Rivero una victoria pírrica. Un triunfo que no es, en contra de lo que suelen pensar quienes utilizan esta expresión, un éxito trivial o baladí, sino una victoria que no merece la pena porque su coste ha sido superior al de la correspondiente derrota.

Un coste que no van a pagar ni el Gobierno de Canarias ni todos los que se han opuesto a las prospecciones; lo van a pagar, como decimos, los isleños. De forma especial aquellos que están en paro, que continúan siendo muchos. Porque, pese a que ha descendido el número de demandantes de trabajo inscritos en las oficinas de empleo de esta Comunidad autónoma, no podemos olvidar que un 33% de la población canaria con edad y condiciones para trabajar sigue sin poder hacerlo. De nuevo volvemos a las oscilaciones de las que hemos hablado durante los últimos días. Da igual que estemos un poco mejor o algo peor; lo que realmente necesitamos es salir de una vez del profundo pozo en el que nos encontramos.

Alude Paulino Rivero como un argumento añadido en su campaña contra el petróleo a que le ha dicho la directora de Destinos y Sostenibilidad de la Asociación Británica de Agencias de Viaje y Turoperadores (ABTA), Nikki White, sobre la preocupación del sector turístico de ese país por las prospecciones. ¿Cuánto tiempo llevan los británicos beneficiándose del petróleo del Mar del Norte? Además, ¿quiénes son los que han creado esa inquietud internacionalizando este debate? Siempre es aconsejable pensar muy bien lo que hacemos porque las cosas se nos pueden escapar de las manos en el momento más inesperado.

Pese a lo dicho, no queremos tomar partido por ningún bando. Los errores de ambos han sido múltiples y grotescos. A quien no parece irle mal con el asunto del petróleo es a Las Palmas. Ayer se conocía la noticia de que una petrolera noruega ha mostrado cierto interés en elegir ese puerto como base para sus operaciones en África Occidental. Cabe suponer que cuando desaparezca la refinería de Santa Cruz habrá una equivalente en la tercera isla.

Nos reclaman algunos políticos locales que los apoyemos en la defensa de Tenerife. Es lo que hemos hecho siempre y estamos dispuestos a seguir en esa línea... siempre que ellos hagan algo digno no solo de defender sino también de elogiar.