Al hilo de las preguntas que nos hacíamos ayer, ¿puede alguien decirnos para qué ha servido el debate sobre el estado de la nacionalidad canaria? Bueno, para algo sí: ha sido útil, entre otras cosas, para que tanto CC como el PSOE, los dos partidos que gobiernan pese a que perdieron las elecciones, digan que van a poner en marcha un plan de empleo social, además de convocar una consulta sobre unas prospecciones petrolíferas ante las que carece absolutamente de competencias el Ejecutivo autonómico porque Canarias, lo repetimos una vez más, no tiene aguas territoriales ni zona económica exclusiva. Las doce millas de mar territorial alrededor de cada isla le pertenecen a España; el país que nos tiene colonizados desde hace casi seis siglos. El resto son aguas marroquíes.

Si todavía nos tomásemos en serio las propuestas de este Gobierno ineficaz presidido por Paulino Rivero, diríamos que dicho plan de empleo llega tarde. Como ya sabemos cuál es el andar de la perrita, que diría el mago, solo podemos calificar a ese plan de tomadura de pelo para los casi 400.000 canarios que no tienen trabajo ni posibilidad de conseguirlo. No menos cínica, políticamente hablando, nos parece la propuesta de Ruano de establecer objetivos de promoción económica. ¿Alguien cree todavía que podemos salir del agujero en el que estamos mientras continuemos siendo una colonia? ¿De qué sirve plantear una consulta sobre el petróleo si quienes tienen la última palabra en este asunto son los políticos de Madrid? En este asunto y en todos porque desde que esta tierra fue invadida por las huestes de Castilla y por mercenarios de otras regiones peninsulares, todas las decisiones importantes para Canarias se adoptan fuera de las Islas; nada menos que a 2.000 kilómetros de este Archipiélago.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Por eso confiábamos, un año más, en que estos dos días de debate en el Parlamento de Canarias sirviesen para adoptar la ya inaplazable resolución de plantarle cara a Madrid; de decirles a los españoles que los canarios queremos ser libres porque es eso lo que nos corresponde por derecho y por historia y también, no lo olvidemos, porque jamás podremos levantar cabeza mientras la Hacienda española siga expoliando nuestros recursos. Poseemos, lo repetimos por enésima vez, riquezas suficientes para vivir como los ciudadanos de los países más desarrollados. Bienes y recursos que no nos sirven de nada porque no se quedan aquí: se los lleva España.

Una sola voz; basta con que un presidente de cabildo, un alcalde, un diputado o un grupo de ellos en el Parlamento autonómico exija la independencia de Canarias, la libertad de nuestra tierra, para que se desencadene un terremoto que derribe las estructuras de dominación que, siglo tras siglo, ha ido construyendo la Metrópoli para someternos, para esquilmarnos, para quitarnos toda esperanza en el futuro. Porque lo peor que nos han hecho no ha sido arrasar con el fruto de nuestro trabajo; lo más dañino ha sido convencernos de que no podríamos subsistir como nación soberana; el argumento favorito de los españolistas, los amantes de la españolidad y los leales a España.

Ha perdido también Paulino Rivero una nueva ocasión de enmendar parte del mucho mal que les ha hecho a estas islas. Qué gran gesto hubiese tenido, volvemos a repetirlo hoy, si hubiese subido a la tribuna de oradores para anunciar su dimisión al considerarse políticamente incompetente para seguir al frente del Gobierno regional. Quizás esa confesión sincera le hubiese ahorrado el exilio al que indudablemente se verá abocado cuando finalmente sea apeado de su cargo. No queremos ni pensar que los responsables de CC permitan que se presente para un tercer mandato. Ni Zapatero se atrevió a tanto y Aznar dijo desde el primer momento que estaría ocho años y cumplió su palabra. Dos legislaturas con Rivero es mucho más de lo que pueden soportar estas islas. De hecho, dudamos que podamos recuperarnos teniendo en cuenta cómo está la situación. Nos parece difícil que podamos salir del precipicio al que nos han arrojado él y sus compinches políticos. Si a esto le añadimos cuatro años más el hundimiento de Canarias sería total.

Un apunte más: Paulino Rivero pidió ayer más "intensidad" a la UE en sus políticas de apoyo a las regiones ultraperiféricas. Una RUP; eso es lo que quieren los europeos que seamos, ayudados, como decía Antonio Cubillo, por los canarios de servicio.