Asegura el Gobierno de Canarias que la crisis lo ha obligado a ofertar, a partir de septiembre, desayunos gratis a los 6.000 niños canarios que ya disfrutan del servicio de comedor escolar también sin coste alguno para sus familias. Falso. No es la crisis económica lo que obliga a adoptar esta medida. La crisis es algo que pertenece al pasado en los países del mundo que la padecieron. La necesidad de dar de comer, y a partir de septiembre también de desayunar, a esos niños se deriva de la miseria que han creado Paulino Rivero y sus secuaces políticos. Una miseria propiciada, asimismo, por un colonialismo español al que no ha sabido oponerse Coalición Canaria, pese a que sus dirigentes presumen de nacionalistas. Son Paulino Rivero, su esposa la virreina y su Gobierno los que han provocado el hambre atroz que padecen no solo esos niños, sino también miles y miles de canarios. Decenas de miles de nuestros compatriotas relegados a la inanición.

Con respecto a la alimentación, nuestro colaborador Ramón Moreno ha escrito un interesante artículo sobre la soberanía alimentaria, que "da prioridad a las economías locales y otorga el poder a los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca artesanal y el pastoreo tradicional, y coloca la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica. simismo, promueve el comercio transparente, que garantiza ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores para controlar su propia alimentación y nutrición. Garantiza que los derechos de acceso y a la gestión de nuestra tierra, de nuestros territorios, nuestras aguas, nuestras semillas, nuestro ganado y la biodiversidad estén en manos de aquellos que produzcan los alimentos. La soberanía alimentaria supone, además, nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre las mujeres y los hombres, pueblos, clases sociales y generaciones".

Se pregunta a renglón seguido Ramón Moreno si se dan en Canarias todas estas circunstancias. "¿Por qué no?", responde a esta pregunta "¿Tendrá algo que ver el modelo colonial de España, al que estamos vilmente sometidos?". Por supuesto que sí, añadimos por nuestra parte. No puede haber soberanía alimentaria, ni de ningún otro tipo, mientras no poseamos nuestra soberanía nacional. Somos una nación que aspira a tener también su propio Estado; es decir, queremos decidir por nosotros mismos en todos los aspectos. Cualquier otra opción no nos vale. No nos vale ser una comunidad autónoma española porque no somos españoles. La autonomía, lo decimos un día más, es una treta de la que se vale España para ocultarle al mundo que en pleno siglo XXI sigue habiendo una colonia en Europa. Un archipiélago en el que viven más de dos millones de personas sometido a los caprichos de un país situado a 1.400 kilómetros de nuestras costas. Qué disparate. La independencia es lo único que nos puede garantizar la comida para todos en el futuro. Si nos sacudimos el yugo colonial, viviremos como los países más ricos del planeta, que es lo que nos corresponde por los recursos que poseemos y por nuestra envidiable situación entre tres continentes. En cambio, si continuamos colonizados y, consecuentemente, esquilmados por un país situado en otro continente, lo que nos espera es más hambre y más miseria. Una indigencia que no podrá remediar ningún gobierno regional por muchos comedores sociales que habilite.

No podemos seguir así. No vale recurrir al aplatanamiento, siempre tan canario, para justificar que no estemos haciendo nada. Insistimos en que hay que salir a la calle. Pacíficamente, pero hay que salir para expresar nuestro rechazo a que continúen siendo los gobernantes de Madrid quienes decidan por nosotros, y no nosotros mismos. Rivero y sus compinches hay que echarlos a patadas de los puestos que ocupan. Ellos también son culpables de la menesterosa situación de unas islas que antes eran conocidas como afortunadas. No podemos actuar como si no viésemos lo que está ocurriendo; no podemos permanecer ciegos ante la realidad. Cuánta pena nos da que la gente se eche a la calle para protestar por cualquier cosa y que, sin embargo, no haga nada frente a los dos grandes problemas de Canarias: el colonialismo y la presidencia de Paulino Rivero. lguien de quien podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que ha sido la peor desgracia que le ha caído encima a estas Islas.