"Hace falta tener rostro". Así titulaba su columna nuestro colaborador Roger el pasado sábado. Un artículo que por su importancia publicamos íntegramente en portada. A Paulino Rivero le sobra rostro para decir que la recuperación de Canarias está próxima y para mucho más. Le sobra rostro incluso para afirmar que se ven síntomas de mejoría gracias a las medidas de su Gobierno.

"Rivero -escribió Roger el sábado- ha demostrado una secular incapacidad para enderezar el rumbo de nuestra economía. Sencillamente, porque no hace absolutamente nada. No tiene ni idea. Desde hace tiempo, su Gobierno no mueve un dedo, fracasa estrepitosamente en las políticas sociales y no hace otra cosa que quejarse de que España nos ha abandonado. Pues si nos ha abandonado, ya sabes lo que tienes que hacer: abandona tú a España. Pero no de palabra, sino de obra".

Para lo único que no nos ha abandonado España es para saquear nuestras riquezas, añadimos nosotros. Afirmar, como descaradamente lo ha hecho Paulino Rivero, que estamos en la vía de la recuperación es una forma descarada de despreciar al pueblo. Es una mentira porque no podrá haber recuperación posible mientras no abandonemos a España como, con buen criterio, apunta Roger. Independizarnos y prescindir de un político idiota y despótico como lo es Rivero. Puesto que no quiere dimitir por las buenas, hay que forzarlo a que abandone el cargo y se exilie para siempre. Que se vaya a vivir a la España de sus amores, a cuyos políticos no quiere enfrentarse. El actual presidente del Gobierno regional, y también de Coalición Canaria, es uno de los grandes obstáculos para que nos constituyamos en una nación soberana. Él es uno de los culpables de que continuemos siendo indígenas colonizados; unos negritos con la piel blanca, aunque vistamos con trajes y no con taparrabos.

Tanto en la Península como en Europa nos tratan como a nativos ultramarinos. Los españoles saben que somos canarios apenas abrimos la boca. Nos delata nuestro acento, lo cual no es motivo de vergüenza sino de orgullo. Estamos muy satisfechos de ser canarios de Canarias y muy afrentados porque en nuestros documentos de identidad figuremos como españoles. Esa es una mentira que no se cree nadie. No se la creen ni los franceses. Por eso cuando Paulino Rivero visita París pensando que es un gran personaje, un gran jefe de Estado, lo recibe un nativo de las colonias francesas como lo es el ministro de Ultramar. De ahí no pasa el presidente del Gobierno regional precisamente por eso: porque es un gobierno regional y no un auténtico gobierno nacional canario. Un Ejecutivo libre para tomar sus decisiones sin estar supeditado a una capital situada nada menos que a 2.000 kilómetros de nuestras Islas y en otro continente. No nos cansaremos de repetir esto porque es un disparate de tal calibre, que cualquier persona con sentido común, en cualquier lugar del mundo, se echa las manos a la cabeza cuando se lo cuentan.

El futuro de Canarias será tan miserable como su presente si no nos levantamos "en armas". Lo entrecomillamos porque estamos hablando metafóricamente. Debemos levantarnos y salir a la calle en manifestaciones, en alborotos pacíficos, en marchas con pitos y banderas como hacen los sindicatos por cualquier asunto sin la mayor importancia. Tenemos que repudiar no solo a Paulino Rivero, a sus parientes y a sus secuaces políticos; también tenemos que repudiar a España por el enorme daño que nos están causando los españoles. Los gobernantes de Madrid han destrozado a Canarias intencionadamente. Han robado intencionadamente el dinero de los isleños desde hace años. Si dispusiésemos de nuestros recursos y riquezas, si la Hacienda española no arrasara con el fruto de nuestro trabajo, seríamos el país más rico del mundo.

Coincidimos con Roger en que "Rivero es un inútil que no tiene capacidad para gobernar Canarias. Vive políticamente gracias a su autopropaganda que le hace decir memeces como que Canarias se encamina hacia la recuperación". La autopropaganda, lo recordamos una vez más, que le hace la Televisión Canaria y los dos periódicos a los que subvenciona. Diarios de difusión muy inferior a la nuestra que se permiten presumir de cierto aumento en el número de lectores, cuando las cifras les dicen claramente que tienen la mitad que EL DÍA. En esas publicaciones menores gasta Rivero lo que les quita de la boca a los niños que van a clase sin haber desayunado.