Hace menos de dos meses que el municipio de Güímar cuenta con nuevo equipo de gobierno y nueva alcaldesa, Carmen Luisa Castro, Luisi para quienes la queremos y apreciamos su preparación y capacidades, fruto del acuerdo del Partido Popular y Coalición Canaria.

La lealtad de nuestros compañeros en Güímar ha favorecido la estabilidad del acuerdo de gobierno anterior con el PSOE, sin manifestaciones públicas de desacuerdo entre socios, pero ello no evita posiciones diferentes respecto al desarrollo futuro de la localidad.

Tenemos en alta estima al anterior regidor municipal, Rafael Yanes, pero lo sucedido en Güímar es un acto democrático con idéntico valor que el nombramiento de un alcalde. Así, la moción de censura es una acción democrática justa, y una fórmula legítima para acceder al gobierno de una institución, siempre que se desarrolle con coherencia y lealtad.

Es de lamentar, por ello, que un sector del socialismo tinerfeño se haya dedicado a descalificar a la flamante alcaldesa, y se haya permitido poner en duda su capacidad de trabajo. Estamos hablando de traspasar una delgada línea que nunca debe superarse.

Sería deseable que el portavoz socialista en el municipio pida humildemente perdón a la primera edil por el menosprecio con que se condujo durante el pleno, y los calificativos que empleó, que solo evidencian una falta total de argumentos para oponerse a la censura. La misma falta de idea de aquellos que de forma abyecta y casi pueril acusaron a Carmen Luisa Castro de haberse subido el sueldo, a sabiendas de la falsedad de semejante acusación.

A su juventud y gran experiencia en la gestión municipal, Castro añade su don de gentes, sentido de la responsabilidad y liderazgo. Virtudes e inteligencia emocional definen a una perfecta servidora de lo público, aprendidas y reforzadas sin duda después de años junto a Vicenta Díaz, Tita.

Recordamos, precisamente, en estos días, el segundo aniversario del fallecimiento de nuestra querida Tita, inolvidable alcaldesa de Güímar, compañera en labores de gobierno como consejera del Cabildo insular de Tenerife, en el área de Carreteras, y secretaria general del Partido Popular tinerfeño.

La tuya, Tita, fue una desaparición triste y prematura que aún hoy seguimos lamentando todos los que te queremos, que somos muchos. Es el aprecio lógico a una persona entusiasta, comprometida y sincera, leal y nunca servil, que supiste dedicarte en cuerpo y alma a tus semejantes: a tu familia, a tus vecinos y a cada uno de tus compañeros en política, a quienes supiste enseñar que esta dedicación a los demás ha de ser siempre entendida como servicio, jamás como beneficio.

Aun hoy, y ya para siempre, nos sentimos y me siento profundamente amigo tuyo, y veo que estoy adornado por tu amistad, como parte de tu familia que me considero. Fue mucho lo que aprendí de ti en la vida y en política, incluso como médico, porque siempre apuntaste hacia la verdad, y quizás por ello te quisieron hacer daño en algún momento, siempre de forma injustificada.

Sé que estés donde estés, y seguro que estás en buen sitio, porque lo mereces, vivirás por siempre pendiente de nosotros.

Y porque entregaste tu vida a tu adorado pueblo, como la mejor alcaldesa que ha tenido, muchos hemos pensado en ti ahora que Luisa Castro, tu alumna aventajada, casi una hija, sigue tus pasos y afronta su primer mandato al frente del Ayuntamiento.

Sabes, querida Luisi, que tendrás en mí un seguro colaborador, y estoy convencido de que también podrás contar con todos los compañeros y amigos de esta gran familia que es el Partido Popular.

Estamos convencidos de que serás una gran alcaldesa para Güímar, y sabrás conducir con orgullo y acierto la gran herencia que, un día, Tita depositó en ti.

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