Este periódico, en la última página de su número correspondiente al jueves 2, publica un artículo titulado "El mágico atractivo del templo masónico", que es un edificio singular construido en la santacrucera y céntrica calle de San Lucas, donde un con junto de personas adscritos a la masonería y residentes en Santa Cruz edificaron la que llamaban logia, que es una especie de templo donde los masones realizan sus prácticas religiosas de todo tipo. La llaman logia y equivale a templo. Aunque siempre he visto la Logia Masónica, tengo que admitir que sé poco de masonería y que, por otra parte, no me ha interesado. Ignoraba por qué el régimen del general Franco perseguía a los masones, a los que apresaba y consideraba enemigos y poco menos que delincuentes. Casualmente, pude conocer algunas interioridades de los masones yo, que tenía 13 años de edad cuando el golpe de Estado de 18 de julio de 1936. Había ingresado en los "flechas", que eran las organizaciones juveniles de Falange Española y, como tal, con otros compañeros, me mandaron a hacer servicios de enlace (comunicaciones) desde la Logia, ocupada y usada por Falange durante los primeros días del Movimiento.

De la Logia conocí una especie de cueva en los cimientos, con cosas raras que atemorizaban, como calaveras, y, me dijeron que era un lugar de prueba por donde tenían que pasar los masones y permanecer varios días. Aquello me extrañó, pero no me asustó porque esperaba algo semejante. Y conocí algo más de las entrañas de la Logia. Pero de la masonería y sus prácticas, nada más. Cubría mi turno llevando mensajes y escritos entre la Logia y las oficinas de Falange u otras oficiales y ese era todo mi quehacer.

Con frecuencia leo notas donde piden mayor atención a la Logia Masónica, que no entiendo cómo no se utiliza a manera de centro museístico, porque se trata de un real, magnífico y singular edificio.