Miren ustedes, señoras y señores. En realidad, a mí me suda la pera ya casi todo, estoy de vuelta de esta profesión y aún renuevo el carné porque siempre he sido documentalista: es decir, que los carnés, desde el DNI al profesional, maricón el último. Así que los tengo al día. Pero ayer, bueno, anteayer para ustedes, leí en el "Canarias 7" un pildorazo contra mi compañero y sin embargo amigo Ricardo Peytaví, vecino además de esta columna y, de refilón, contra el director de este diario y admirado amigo mío, José Rodríguez. Ustedes dirán: y a éste, quién coño le ha dado vela en este entierro. O también pueden legítimamente estimar que me invade un afán de notoriedad porque, con lo que me gusta el protagonismo, no me han citado esta vez. Pues les digo a ustedes, desocupados lectores, que el canarión es, en general, enormemente atrevido; incluso más que el godo. Hago las excepciones precisas porque hay canariones, e incluso godos, encantadores. No es el caso del director de "Canarias 7", un tal Suárez Álamo, una mezcla de Mortadelo y Ángel Sí Señor, ambos inolvidables personajes del cómic.

2.- Igual que otros esbirros de la pluma, este Suárez A. sufre de obsesiones contra algunas personas de Tenerife, a las que de vez en vez repasa, pero con escaso éxito. Porque los supuestos agraviados sobreviven y castigan a Mortadelo (presunto autor sin firma de una pobre sección confidencial de C-7) con el látigo de la indiferencia, pero este pobre escribidor a sueldo se pasa el día oliéndole el culo a su jefe, Juan Francisco García, que a juzgar por su aspecto cadavérico no debe de tener el esfínter desprendiendo aromas de Chanel número 5. Así que pobre Mortadelo; debe de estar sufriendo un huevo. Yo no quiero insistir en el asunto porque no me cae mal Juan Francisco, todo lo contrario. En un tiempo fuimos, incluso, amigos. Pero me parece que no es ético que, con lo que ocurrió, "Canarias 7" compare los restos de la Caja Insular (convertida en fundación paupérrima) con lo que ayer presentó CajaCanarias: una fundación en toda regla, capaz de trabajar por el bienestar y el porvenir de su tierra.

3.- No es verdad que la fusión de las cajas canarias, en su día, no se realizara por culpa de Álvaro Arvelo, o de José Rodríguez Ramírez. Esto es radicalmente falso y Juan Francisco lo sabe. La fusión no se llevó a cabo porque el canarión quería mamarse la caja tinerfeña desde la inferioridad. Y ningún tinerfeño cabal podía permitir esto. Juan Francisco ya no estaba, así que no sé por qué le pica. Y el resumen final no puede ser más demoledor: CajaCanarias acabó en la poderosa Caixa; La Caja Insular en la arruinada Bankia. Prueben, comparen y, si encuentran algo mejor, cómprenlo. Mortadelo, regresa al cómic, porfa.

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