LA CONSOLIDACIÓN del Partido Popular en Tenerife es hoy un hecho incuestionable y un logro indiscutible que nos permitió el pasado mes de noviembre ganar por vez primera unas elecciones generales en los 31 municipios de nuestra Isla. No es cuestión de vanidades ni de autocomplacencia, pero la realidad es esa, y no hay por qué esconderla.

Mucho han cambiado las cosas para llegar hasta aquí. Hace más de diez años, cuando asumí la dirección del Partido Popular en Tenerife, me encontré una organización muy diferente a la de ahora. Nuestra isla también ha cambiado mucho desde entonces, aunque no siempre en el sentido deseable ni con la profundidad que quisiéramos.

Hace diez años, la hegemonía de Coalición Canaria y el PSOE en las instituciones tinerfeñas era absoluta. El poder local de sus líderes en los municipios parecía invulnerable, y nadie podía imaginar entonces que llegaríamos a convertir al Partido Popular en la primera fuerza política en Tenerife.

Este éxito es la suma de muchos esfuerzos y sacrificios personales, de muchos kilómetros de carretera, horas robadas a la familia y fines de semana sin descanso. Aún así, me siento una privilegiada por haber liderado la etapa de mayor crecimiento y estabilidad de nuestra organización en la isla, los diez mejores años del PP en Tenerife.

Y me siento orgullosa de haber conformado un equipo de buena gente, capaz de no rendirse, de entender que las piedras forman parte del camino, y de levantarse cuando hemos tropezado. Un equipo que ha permanecido unido cuando nuestros adversarios intentaron sembrar la desconfianza.

Sería imposible citar a todos los compañeros con los que durante estos diez años he compartido ilusiones y desvelos, pero en un momento como este no puedo olvidar la memoria de una gran mujer como Vicenta Díaz, nuestra querida Tita. Ella sabía muy bien lo que es el sacrificio y la entrega en el servicio a los demás, sabía lo que significa estar en política en esta isla nuestra, y lo difícil que resulta cambiar algunas creencias que nos han desgobernado demasiado tiempo.

El PP de Tenerife es hoy una organización con las ideas muy claras, con tanta maña como fuerza, preparada para saltar al terrero ahora mismo allí donde sea necesario. Esa es la mejor garantía que podemos ofrecer a los tinerfeños en tiempos de incertidumbre tan duros como los que vivimos.

Quiero dar las gracias a todos los simpatizantes, afiliados y colaboradores que a lo largo de este tiempo me han ayudado a dirigir el partido en Tenerife, porque sin su entrega no habríamos llegado tan lejos. Y quiero dar las gracias, sobre todo, a mi familia, a mis seres queridos, y a mi gran equipo en la isla, que seguirá siendo siempre mi gran equipo, porque las nuevas responsabilidades que me han encargado en la dirección regional del partido no podría desempeñarlas sin ellos.

En el último Congreso Regional del PP nos propusimos como objetivo alcanzar la mayoría absoluta en 2015, pero resultaría imposible lograrla sin contar con Tenerife. Por eso me he propuesto seguir trabajando para que esta tierra pueda aspirar a algo más que sobrevivir. Por eso he pedido a mis compañeros la misma entrega y colaboración con quien desde ayer me sustituye en la presidencia insular, Manuel Domínguez.

Se trata de mi primer y más leal colaborador, un tinerfeño al que conozco muy bien, y que guarda muchas más virtudes de las que su humildad le deja mostrar. Manolo representa la continuidad del proyecto que he presidido estos diez años, pero como dijo Manuel Fraga cuando cedió el testigo a José María Aznar, aquí no habrá tutelas ni "tutías".

Manolo Domínguez es un hombre de partido y de proyecto, pero con sus propias ideas, con su propia personalidad y con su propia manera de hacer las cosas. Es alguien que sabe lo que cuesta llegar y lo difícil que es mantenerse; alguien que sabe muy bien lo que es la paciencia, la complicidad y la lealtad; alguien que ha demostrado con la fuerza de los hechos que al Partido Popular se viene a sumar, a aportar y a entregar, no a pedir ni a reclamar.

Será un gran presidente. No les quepa ninguna duda.