1.- Cuando uno llega a un cierto final de trayecto piensa más de la cuenta. Yo, por ejemplo, que soy muy crítico con la justicia, aún admirando a muchos de los que la administran, me he fijado en los últimos acontecimientos que "adornan" al Tribunal Supremo, al Tribunal Constitucional y al Consejo General del Poder Judicial. Han crucificado a , que probablemente no cuidó las formas, pero que fue una víctima de las tensiones y de las puñaladas que vive el órgano que entiende las cosas de los jueces, podrido por dentro. Consejeros que se denuncian unos a otros en función de su pensamiento político. La larga mano de Garzón, injertada en el cuerpo de un catedrático llamado Gómez Benítez, colado por el PSOE en el Consejo. Consejeros que no van a trabajar, o que trabajan poco, enemistades personales entre unos y otros; y un Tribunal Constitucional pasado de mandato que, día sí, día no, enmienda la plana al Tribunal Supremo, integrado por hombres sabios en leyes, que casi siempre han dado la talla, juristas de excepcional prestigio. Qué tropa, ¿no?

2.- Esta es la justicia, en lo alto, que no se corresponde, en lo bajo, con miles de jueces y fiscales que trabajan bien y que cumplen con su trabajo, sin mirar demasiado para arriba, sino para los papeles que tienen que resolver y echar fuera cada día. Puede que lo que esté mal sea la jerarquía en su tramo final y lo que esté mejor sean esos jueces y fiscales con ilusiones, que no se vuelven locos de poder en las instrucciones penales, en las demandas civiles y en los asuntos contencioso-administrativos sino que son conscientes de que lo que tienen que hacer es impartir justicia.

3.- Un país no puede progresar democráticamente con una justicia -englobo a judicatura y fiscalía- politizada y lerda. Los jueces deberían elegir ellos mismos a sus órganos jurisdiccionales y a sus jerarquías, sin intervención del poder político. A lo mejor los jueces tendrían que llegar a sus cargos por elección, quién sabe, como ocurre en los Estados Unidos. Aquí la vía de entrada es una oposición que los prepara. Es difícil dar soluciones cuando no se tienen todos los datos, yo hablo sólo por apreciaciones personales y por lo que dicen los periódicos, que es bastante y en ocasiones bastante disparatado. Pero la justicia merece un mejor panorama que el que tiene, esta es la verdad. Parece como si a los políticos no les interesara solucionar sus problemas, sino dejar siempre la asignatura pendiente, por lo que les podría tocar a ellos si funcionara bien. Es triste, pero es cierto. Y mi respeto hacia quienes imparten justicia desde la base con dedicación, con eficacia, con rapidez y, eso, con justicia.

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