EL ESTRENO de Julio Pérez y José Manuel Bermúdez al frente de la Alcaldía de Santa Cruz resultó realmente decepcionante. Así lo calificamos el pasado mes de septiembre, cuando se cumplieron los cien primeros días de mandato. El pacto impuesto a CC y PSOE por Paulino Rivero y José Miguel Pérez privó a la capital del cambio político que pidieron las urnas, y bloqueó el revulsivo económico que todos esperábamos y tanto necesitamos. En un principio, todo parecía indicar que íbamos a tener dos alcaldes en la ciudad. Un año después, resulta que no tenemos ninguno.

El propio Julio Pérez lo reconocía el pasado lunes en este mismo periódico, aunque luego se apresurase a matizarlo en la radio por aquello de no molestar demasiado a su socio. Han sido excesivamente lentos en cuestiones fundamentales para el futuro de Santa Cruz, como la aprobación del PGO, las actuaciones en el litoral, la reforma de la administración municipal, la situación económica de la ciudad o el tráfico o los aparcamientos. El primer teniente de alcalde no se mostraba muy satisfecho por el resultado del pacto, en un ejercicio de autocrítica que le honra, que los ciudadanos agradecen y del que debería aprender Bermúdez.

Resulta paradójico, pero, en lo esencial, ese análisis del líder socialista no difiere mucho del nuestro. Eso sí, yo le añado algo que él no puede admitir públicamente: Bermúdez ha convertido Santa Cruz en una ciudad sin alcalde.

Esta no es una interpretación personal ni partidista, se trata de una creencia generalizada en la calle, en todos los sectores sociales y económicos del municipio, que contemplan atónitos cómo la incapacidad política y la falta de liderazgo se han instalado en la Alcaldía, en el peor momento de nuestra historia reciente.

Bermúdez ha renunciado a ejercer como alcalde para garantizar su propia supervivencia política. Es así de sencillo, y ese es el principio de todos sus errores. El ajustado margen de un voto pone cada mañana su destino en manos de un concejal distinto, dependiendo del asunto a tratar (Julio Pérez, José Ángel Martín, Hilario Rodríguez, Ángela Mena, Fernando Ballesteros...). Da la sensación de que todo el mundo le dice a todas horas lo que tiene que hacer, y al final no hace nada por no enfrentarse a nadie.

Cuando desde un principio dejas que otros decidan por ti, cuando tienes más miedo a perder tu cargo que a hacer mal las cosas, no estás en condiciones de liderar nada. Así no se puede gobernar una ciudad, y menos en la situación en la que se encuentra la nuestra.

Santa Cruz tiene hoy 3.236 parados más que hace justo un año, lo que supone un incremento interanual de más del 12%, y eleva hasta 29.094 el número total de desempleados registrados en las oficinas de empleo. Estamos ante una situación de extrema gravedad, como reconocen los mismos servicios sociales municipales, que cifran en más de 600 el número de niños en situación de exclusión en Santa Cruz, 125 de los cuales tienen serios problemas de subsistencia alimentaria.

Desde la toma de posesión de Bermúdez, más de 1.600 vecinos se han incorporado al censo de demandantes de ayuda del Instituto Municipal de Asistencia Social (IMAS). Son ya 7.450 los ciudadanos que subsisten gracias a la ayuda básica que les proporciona nuestro ayuntamiento, al margen de los que viven gracias a la solidaridad de las ONG o de sus propios entornos familiares. Y, por supuesto, no es Bermúdez el culpable de todos los males, pero sí el primer responsable de no hacer nada al respecto.

Es urgente un golpe de timón en la gestión municipal para que el ayuntamiento reoriente sus prioridades y se dedique a lo realmente importante. Es un disparate seguir malgastando los escasos recursos disponibles en una administración que no podemos permitirnos, en ocurrencias irrealizables o gastos innecesarios, como los 14.500 euros que nos costaron sus amanecidas carnavaleras en horas extras de guardaespaldas.

En el Partido Popular lo tenemos muy claro desde el primer día, y los ciudadanos también. Estamos convencidos de que Santa Cruz tiene solución, pero cualquier estrategia para salir adelante exige tres medidas irrenunciables: la urgente entrada en vigor del nuevo Plan General, una profunda reforma de la administración municipal y un agresivo plan de choque para la reactivación económica del municipio y la creación de empleo.

En esos tres frentes estratégicos, el equipo de gobierno cuenta desde el primer momento con nuestro apoyo incondicional, sin más exigencias ni contrapartidas. Solo pedimos un poco más de valentía para hacer bien las cosas, porque estamos convencidos de que Santa Cruz tiene solución.

Y no puedo terminar esta reflexión dominical sin recordar la figura de una gran alcaldesa de Güímar y mejor mujer, Vicenta Díaz, nuestra querida Tita, cuyo ejemplo resulta inspirador en momentos como este. Precisamente hoy se cumple un año de su desaparición, y seguimos echándola de menos como el primer día.