A GILBERTO Alemán no le gustaba el fútbol. Le interesaba menos de lo justito. Por eso, le pido perdón por el encuadre en el que inserto mi pequeño homenaje a ese periodista del otro montón. Del montón de los raros.

Hace un porrón de años, me entregó un enorme tocho de folios escritos a máquina "échales un vistazo a ver qué te parece…". Suficiente para descubrir al escritor, al periodista, a la persona. Después lo seguí a media distancia. Me cautivaba su autenticidad. Una mala persona no será buen periodista. Sin bondad, como advertía el maestro Kapuscinski, las personas no se interesan por los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Ese era tu secreto. Descansa en paz.

Bueno, no es que vaya a hablarles de fútbol sino de la polémica entre Mouriño y Jorge Valdano. Conozco la trayectoria de los dos. Conozco parcialmente lo que de su personalidad nos han enseñado la tele, la radio y los periódicos. Las diferencias técnicas, tácticas o personales que haya entre ellos no me interesan. Pero déjenme que les hable de estilo y personalidad.

Dejen que les cuente que no aguanto al portugués. Subido a su propio ego desde tiempo inmemorial. Insoportable, maníaco, ególatra, victimista irredento y confuso analfabeto social. No sé como ese estilo arrogante, faltón y de matón barriobajero puede gustar al "ser superior" y a los que tiene bajo su divinidad. Dicen que es el mejor entrenador del mundo, ni lo sé ni me importa, pero es la representación del orgullo mal entendido. No soporto su jactancia, su engreimiento ni su endiosamiento. Si es el mejor entrenador del mundo más le valdría esforzarse en ser la mejor persona de su barrio, probablemente selecto, exquisito y distinguido.

De Valdano tengo referencias más cercanas. Lo conocí aquí, donde cumpliendo con su obligación profesional, le quitó dos ligas al Madrid. A su Madrid. Así es que apunto a otra dirección distinta a lo futbolístico. Es persona culta, a veces un tanto hortera en sus enrevesadas declaraciones pseudos filosóficas, pero no agrede ni falta al respeto a nadie. Sean contrincantes, colaboradores, rivales o… árbitros. Más allá de la crítica normal que en alguna circunstancia haya podido dejar caer.

Que haya "triunfado" el primero me hace pensar que alguien está torciendo su rumbo y arrojando al precipicio aquel señorío "bernabeuriano" que un día tuvo un club que se paseaba por toda Europa. Allá ellos. Yo soy de los del "fútbol femenino". Esos que acaban de proclamarse campeones de Europa con tanta brillantez. Y, por otra parte, bastante tenemos aquí como para preocuparnos de lo de los demás.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es