A la memoria de Gilberto Alemán, buen amigo, excelente periodista y Premio Canarias de Comunicación

EL RECORTE presupuestario adoptado en áreas tan sensibles como Sanidad y Servicios Sociales o Educación, con el que tiene que contar el nuevo Gobierno que surja tras las elecciones al Parlamento de Canarias del pasado 22 de mayo, hace que sus respectivas financiaciones sean motivo de especial análisis y preocupación. Cierto es que siendo la salud una de las cuestiones que más preocupa a los canarios, y con toda la razón, pues ya se sabe que es lo más importante en la vida, y por tanto es un bien preciado que hay que atender y cuidar con excepcional esmero, parece razonable que su financiación sea uno de los grandes retos del nuevo Gobierno, como lo pueden ser, además, cuestiones tan candentes como el desempleo y la anunciada austeridad que tienen que acometer las instituciones públicas, siendo la gestión de la Sanidad y Atención Social una de ellas.

En el caso concreto de la Sanidad pública, esta no puede abordarse con el objetivo de generar beneficios económicos, sino beneficios en la obtención de salud y calidad de vida, de ahí la necesidad de adecuar los convenios y la colaboración que presta la Sanidad privada para hacer compatible sus objetivos económicos con el hecho de que la atención que presta sea de la calidad que se merecen los enfermos por igual en el sector público que en el privado, de tal manera que si bien existen patologías o servicios que por su alta especialización y requerimientos técnicos no pueden prestar la atención privada, como es el caso de los trasplantes renales-pancreáticos o hepáticos, por citar algunos, no es menos cierto que otros servicios concretos como las urgencias también debe asumirlos, en la medida de lo posible, el sector privado, en un ejercicio de responsabilidad y colaboración para ayudar a evitar los colapsos que en los Servicios de Urgencias del sector público se producen en determinadas circunstancias, una epidemia de gripe, por ejemplo, obligando a los enfermos a ocupar hasta los pasillos, produciendo un espectáculo lamentable tanto para los pacientes y familiares como para los trabajadores sanitarios.

El primer paso para garantizar la financiación de la Sanidad y conseguir su sostenibilidad es la mejor utilización de los recursos, si bien diversos estudios consideran que esta medida por sí sola no es suficiente y por ello hay que recurrir a nuevas fuentes de ingresos, lo cual ha generado cierta polémica, como, por ejemplo, que los pacientes colaboren con un copago, consistente en que paguen parte de los servicios que les presta la Sanidad pública, una alternativa que, además de injusta, no considero conveniente en la actual situación de recorte de los salarios y elevado desempleo, y por supuesto ni nombrarla en el caso de los pensionistas, merecedores del máximo respeto y consideración, sobre todo porque antes hay que recurrir a otras iniciativas, como invertir mucho más en la medicina preventiva, o sea, en evitar que la enfermedad se produzca, hacer más eficiente la atención a los enfermos crónicos, cuyo número aumenta proporcionalmente a la mejora en la esperanza de vida y los adelantos científicos (está previsto que en veinticinco años la actual cifra de mayores de 65 años se multiplicará por dos), o favorecer la formación y calidad de los servicios que prestan los profesionales, médicos, enfermeros y el amplio abanico que trabaja en la Sanidad.

Mucho nos ha costado que los canarios dispongamos de nuestro Servicio Canario de Salud, que, aunque con deudas, es gratuito y prácticamente universal. Todo un privilegio para ahora dejarlo caer, por lo que los ciudadanos esperamos del próximo Gobierno de Canarias un gran esfuerzo y la gestión adecuada de los recursos que aseguren y nos garanticen su sostenibilidad.

Cirugía General y del Aparato

Digestivo del Hospital Universitario de la Candelaria

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