¿Llamada de atención a la clase política o revolución en ciernes? La oleada de movilizaciones que, en forma de acampadas en las ciudades, sentadas o caceroladas, ha recorrido España las últimas semanas al calor del movimiento ya conocido como 15-M o "indignados" no deja de suscitar comentarios y de despertar tanta esperanza como dudas. La articulación de las protestas -difusa pese a lo visible de sus manifestaciones-, la posibilidad de que se traduzcan en propuestas concretas y el porvenir de este sentimiento de malestar ciudadano son algunos de estos interrogantes.

Para tratar de arrojar algo de luz sobre este fenómeno, EL DÍA citó en sus instalaciones a Carlos Guilarte, portavoz de la comisión de prensa de Acampada Tenerife 15-M; Estefanía Castro, secretaria general de Juventudes Socialistas en Canarias; Pedro Lasso, analista político y especialista en el sistema electoral; María del Carmen Martínez, secretaria insular de Comisiones Obreras; Eduardo Pintado, director de Relaciones Institucionales de la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife; y Jaime Hernández Abad, concejal en funciones del Partido Popular en la capital tinerfeña.

La primera cuestión que abordan los invitados al debate es el origen y naturaleza del movimiento. "Las movilizaciones no son ni mucho menos un hecho aislado", explica Carlos Guilarte, que sitúa sus precedentes en las manifestaciones de diverso tipo contra la "gran ofensiva del neoliberalismo" favorecida en los años noventa por las políticas de Thatcher o Reagan. En este contexto -aunque no exista coincidencia de objetivos: "no nos movemos por lo mismo", aclara Guilarte- también aparecen las recientes revoluciones en países del norte de África.

Esta conjunción ha derivado en "la confluencia de personas de todas las ideologías y procedencias sociales que se indignan y posicionan ante el abuso de poder y las imposiciones económicas" en busca de algunos "puntos mínimos": evitar que políticos imputados formen parte de las listas electorales, la modificación de la ley electoral -en el caso de Canarias, "la más injusta de España"-, el carácter no violento de las movilizaciones y la apuesta por el método asambleario.

El objetivo que subyace a estas movilizaciones es "profundizar en la democracia real participativa a través, no de la representación, sino de la actuación directa de los ciudadanos" y "dar un toque de atención a una generación que vivió la dictadura y la transición, pero que se quedó a medias en un proceso de democratización social".

El hecho de que se trate de un movimiento heterogéneo supone, según Estefanía Castro, que "se difumine el mensaje". Pese a ello, la representante del Partido Socialista entiende que la generación a la que mayoritariamente pertenecen los "indignados", y en la que ella misma se encuadra, "está haciendo historia".

Los reparos que Castro pone a la movilización surgida del 15-M se centran en la "llamada a la desmovilización del voto" que, a su juicio, están protagonizando sus miembros. "Es contradictorio con su interés por una democracia real", apunta. La confluencia ideológica tampoco le convence, dado que representa un peligro de "caer en todo tipo de ideologías". Sobre la presencia de imputados en las listas, recuerda que la condición de imputado no equivale a la de condenado. "Si fueran declarados culpables, yo sería la primera en exigir su dimisión", dice.

Pese a estas objeciones, Castro afirma haberse sentido "muy emocionada" al contemplar las manifestaciones del 15 de mayo e insiste en que "el movimiento en sí mismo es bueno y en Canarias puede ser muy potente".

"He escuchado un repaso histórico sobre hechos que nada tienen que ver unos con otros. No concatenan", observa Pedro Lasso, el más crítico con las posiciones de los acampados. Sobre los paralelismos que se han trazado con Mayo del 68, el analista político cree que "no tienen nada que ver". En este sentido, recuerda que uno de los líderes de aquella protesta, Daniel Cohn-Bendit, terminó siendo diputado.

Lasso enlaza así con uno de sus principales argumentos: el riesgo de cuestionar el sistema de partidos políticos. "Nos costó cincuenta años tenerlos y luchamos mucho por ello. En una democracia avanzada no hay otro medio de participación", sentencia. Así, confiesa que las invocaciones al asamblearismo le ponen "nervioso, de mal humor", pues, como sistema de articulación y participación política, lo considera "inconstitucional, para empezar".

Por ello, recomienda a los "indignados" que, para transmitir sus reivindicaciones, se constituyan en un partido político o presenten una iniciativa legislativa popular en el Parlamento.

María del Carmen Martínez saluda de forma positiva "todo movimiento ciudadano con espíritu crítico, especialmente cuando parecía imperar la apatía", pero recomienda "sopesar muy bien qué pasos se van a dar y calibrar sus futuras consecuencias". La representante de Comisiones Obreras cree necesario un ejercicio de "memoria histórica y colectiva de todo lo que se ha hecho para recuperar el derecho a expresarse y la capacidad de diálogo".

"En el primer estadio de cualquier estructura ideológica siempre se tiende a lo asambleario, pero luego, en un ataque de madurez política, se descubre que ese método difumina el mensaje y que hay ideologías opuestas que lo están tensando", reflexiona Martínez. Esta "conflictividad de intereses" debe, a su juicio, "canalizarse para ser productiva". La dirigente sindical expresa su confianza en los mecanismos democráticos, "pero esto no significa que no puedan ser corregidos o mejorados", apostilla.

Martínez aboga por "dar contenido ideológico a la indignación" e invita a luchar por los derechos sociales laborales, que "están siendo liquidados". "Mi hijo no puede vivir en un mundo menos igualitario que aquel por el que luchó su madre", dice la representante de CCOO antes de alertar de la posible irrupción de "algún salvador mesiánico" que aproveche las ansias de hallar una alternativa al sistema actual.

Tras recordar que la Cámara de Comercio ha tenido como vecinos a los "indignados" -la institución tiene su sede en la plaza de la Candelaria, donde se encuentran los acampados-, Eduardo Pintado precisa que los empresarios no son "entes diferenciados de la sociedad" ni es justo convertirlos en objeto de todas las críticas. Pintado defiende la economía social de mercado que rige en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, que, pese a sus imperfecciones, ha hecho posible "la educación, la universidad y la sanidad públicas y algo impensable: la Europa sin fronteras".

Las pymes, víctimas

Como "democristiano de siempre", el director de Relaciones Institucionales de la Cámara coincide con las críticas contra "los excesos neoliberales y del mundo financiero", que, entre otros, perjudican a "millones de pequeñas y medianas empresas en toda Europa".

"Me llama la atención no haberlos visto en la Universidad, pero ni en la de aquí, ni en la Complutense ni en la de Santiago, ni en la Pompeu Fabra", observa Pintado, quien recuerda que entre titulados universitarios de entre 22 y 26 años "estamos rozando el 50% de paro, y ahí quizás debería haber cierta semilla".

Por su parte, Jaime Hernández Abad, del Partido Popular, admite que "existe una brecha clara entre los políticos y el resto de la sociedad civil". "Negarlo es equivocarnos. Es algo que percibo no de ahora, sino desde hace tres o cuatro años", comenta el aún edil en el Ayuntamiento de Santa Cruz.

Por ello, cree que "mucho ha tardado en producirse una reacción como ésta. Cuando hay casi cinco millones de parados y en el Ayuntamiento de Madrid todo los concejales, tanto en el gobierno como en la oposición, tienen un coche oficial, es normal que haya cierta indignación". Hernández Abad lo tiene claro: "Hay que escucharles, y no solo por cumplir".

Aunque no coincide con algunos planteamientos de los acampados, el edil sostiene que "en muchos de ellos todos estamos de acuerdo: hace falta más democracia, más transparencia y más participación. ¿Quién puede estar contra esto?", se pregunta. De hecho, advierte de que, de no producirse los cambios que demanda la sociedad, se corre el riesgo de que el propio movimiento 15-M "se convierta en algo que nadie quiere, ni siquiera ellos". Aunque defiende el actual sistema como "el menos malo", el representante del PP reconoce que "es mejorable" y que, pese a que "hay recursos de participación" -como las iniciativas legislativas populares-, muchas veces no se conocen o "tienen un muro en el Parlamento".

"No se debe renunciar a los sueños. Si se persiguen y son coherentes, pueden convertirse en realidad. Es bueno que surjan movimientos como éste, porque hace que no bajemos la guardia y nos obligan a reflexionar", concluye Jaime Hernández Abad.

Además de aclarar algunos puntos -como que "en ningún momento se ha pretendido promover la abstención"-, el portavoz de los acampados en Tenerife duda de la existencia de "una separación efectiva de poderes", por lo que también pone en cuestión que haya que esperar a una condena firme para apartar a los imputados de cargos y listas electorales.

Sobre el argumento -expuesto por la secretaria insular de CCOO- de que los discrepantes con el sistema cuentan con libertad y espacio para expresarse, Carlos Guilarte considera que "existe represión y criminalización, de forma unas veces encubierta y otras no tanto", como lo demuestran las cargas policiales contra los acampados en Barcelona hace poco más de una semana.

En cuanto a la representatividad de los dirigentes políticos que han salido de las urnas, Guiralte precisa que la suma del voto en blanco, el voto nulo, la abstención y los partidos minoritarios invita a pensar que "aproximadamente el 70% de la población no ha elegido a estos representantes". "Lo que queremos es que los ciudadanos se formen políticamente", apostilla.

La sensación general del debate es que, con matices y discrepancias, los llamados "indignados" -nombre procedente del libro de Stephane Hessel "Indignaos"- cuentan con la comprensión de los invitados, que les aconsejan una mayor articulación y concreción en sus propuestas.

GEMA JIMÉNEZ Y MIGUEL GÓMEZ Fotos: MARÍA PISACA