¡Qué difícil se está poniendo este oficio de informar! A las ruedas de prensa -sin preguntas- de los líderes políticos se suma ahora el veto de la Casa Real a los periodistas que, normalmente, asistían a las audiencias del rey.

No le ha gustado nada a Zarzuela las imágenes, reproducidas en todas las televisiones, del jefe del Estado, claramente cabreado, abroncando a los informadores, a quienes acusó de querer poner un pino sobre su tripa.

Es cierto que en las últimas semanas se habían difundido todo tipo de rumores sobre su salud y, en algunos medios muy concretos y con nombre, se había insinuado que su padecimiento de rodilla encubría una dolencia de mayor gravedad. Se mencionaba su mal aspecto por la barba, se resaltaron unas manchas bajo los ojos. En resumen, había un interesado seguimiento de cualquier detalle que corroborara la enfermedad real y la próxima abdicación en el Príncipe de Asturias. ¿Era puro sensacionalismo o había algo más detrás?

Dicho esto, la decisión de Zarzuela de no dejar a los periodistas acercarse a don Juan Carlos supone "matar al mensajero" y un claro acto de censura. Dicen que las imágenes de la bronca fueron robadas, porque el rey no sabía que lo estaban grabando.

Resulta muy difícil creer que, con los años de profesión que lleva a la espalda, no tuviera claro que, justo enfrente, tenía a dos cámaras con micrófono ambiente incorporado. Es más, se acercó a los informadores para soltarles la "diatriba" cuando estos, en un tono absolutamente respetuoso, le preguntaron por su salud.

La buena imagen que la sociedad tiene de los reyes se debe, en gran parte, a la actitud, insólita en otras monarquías europeas, de respeto por parte de los medios de comunicación de este país. La familia real española no ha sufrido las campañas de desprestigio y severa crítica de Isabel II y sus hijos, por poner solo un ejemplo. Ha habido hasta ahora un pacto tácito de editores de periódicos, emisoras de radio y cadenas de televisión para que la información de la Casa Real fuera un asunto de Estado, una información "sensible". Esto no es más que una secuela de la Transición, del 23-F y de la necesidad de consolidación de la democracia.

A partir de ahora, de los habitantes de la Zarzuela y aledaños solo se podrán ver sus fotos o sus imágenes sin sonido. Llegará un momento en que la prensa escrita dejará de tener texto y los diarios se convertirán en álbumes de fotos, mientras que los informativos de televisión volverán al cine mudo. Así es como interpretan la libertad de expresión y el derecho de la ciudadanía a la información los responsables políticos de este país.