El presidente del Gobierno, con el líder del PNV, Iñigo Urkullu, y el todopoderoso candidato, con Artur Mas, presidente de la Generalitat, buscan afanosamente la asistencia necesaria para que esta fase terminal del actual gobierno sea lo menos dolorosa posible. En términos médicos podría decirse que el Ejecutivo ha entrado en la unidad de cuidados paliativos. Sus socios, ya habituales, serán los encargados de suministrar el suero necesario para que el enfermo, al menos, no sufra una deshidratación letal.

Parece que también en esto de procurarse apoyos para la fase terminal ha habido un sutil reparto de papeles. Rubalcaba -que no Alfredo- se ha "encargado" de los nacionalistas catalanes que desde hace ya mucho tiempo ven en el presidente del Gobierno a un auténtico pato cojo. No quieren, a día de hoy, caer con él al precipicio, de manera que si finalmente se concreta y se formaliza el apoyo necesario será porque la contrapartida les resulta rentable y, en estos momentos, la rentabilidad, al menos para el gobierno catalán, no tiene más forma que la de más dinero. Sus finanzas, las catalanas, están en situación de emergencia, y por ello, para CiU, una versión catalana del concierto vasco es su gran aspiración. Ocurre, sin embargo, que no ven -ni ellos ni nadie- que el actual Ejecutivo tenga la suficiente fuerza para abordar una negociación de hondo calado.

Para Urkullu se ha reservado el presidente. Se puede decir que son viejos amigos. Sus conversaciones han sido muchas más de las oficialmente conocidas. Como el acuerdo sobre transferencias, base del apoyo que el PNV ha venido dando al Gobierno, se está cumpliendo y el concierto económico es una realidad constitucional, el PNV ahora quiere poder puro y duro. Por ello quiere el apoyo del PSE para acceder a las mayores cotas de poder posible. En Bilbao, Patxi López ya advirtió al PNV que la rentabilidad de sus "excursiones" a Madrid se había acabado, y tan se ha acabado que, para que no queden dudas, los socialistas vascos ya se han comprometido a apoyar al PP tanto en Álava, en donde han sido la primera fuerza tanto en el Ayuntamiento como en la Diputación. Con esta decisión envían mensaje a Moncloa, ponen fin a algunos movimientos dentro del propio PSE y, sobre todo, salvan la presidencia de Patxi López.

El candidato socialista ha asegurado que creen tener los apoyos necesarios para agotar la legislatura. Desde otras instancias políticas se recuerda a quienes van a apoyar al Gobierno en esta fase terminal que serán responsables de la deriva de España. ¿Y qué? Al PNV, al menos, su apoyo al Gobierno no le ha costado un voto. Coalición Canaria no se apeará del Gobierno canario, y a UPN no le quita un minuto de sueño que su diputado apoye a Zapatero si con ello se garantiza una gobernanza tranquila. Lo de CiU es otra cosa, pero en términos generales ninguno de los que pueda acompañar al Gobierno en esta su lenta agonía va a pagar precio alguno. Partidos como UPN, Coalición Canaria y, desde luego, el PNV han logrado crear un microclima político en torno suyo que les blinda de pagar precio alguno por lo que hagan en Madrid, y a todos les une un interés común que no es otro que retardar lo más posible un eventual triunfo del PP.

Un apunte final: no hay socialista que hable de los presupuestos para 2012 y no hay uno solo que se atreva a afirmar de manera rotunda que la legislatura no acabará en el presente año. Va tomando cuerpo la hipótesis de que una vez celebrada la conferencia de setiembre, Zapatero renunciaría a la secretaría general con la inmediata convocatoria de elecciones. Noviembre puede ser un mes interesante.