EN NUESTRO PERIÓDICO lo hemos publicado como unas simples notas informativas sobre la majadería de estos días con los pactos, aunque ya el funcionario Ríos, de Coalición Canaria, anunció que se dedicaría en cuerpo y alma a la reforma del Estatuto de Autonomía. El jueves nos llevamos un susto de muerte cundo vimos publicado en un periódico de Las Palmas que Paulino Rivero, presidente del Gobierno de Canarias en funciones, cuya sede está ahora en la tercera isla pero que en la siguiente legislatura, por razones de alternancia, estará en Tenerife, ha vinculado tanto los acuerdos que pueda alcanzar con el PSOE en las Islas para renovarse en el cargo, como los que tiene su partido en Madrid, a la reforma de dicho Estatuto con el fin de obtener nuevas competencias para esta Comunidad autónoma. "Este es uno de los objetivos del Gobierno que aspiro a presidir", ha dicho don Paulino Rivero.

No se trata de impulsar ninguna reforma, don Paulino. Canarias no necesita recibir más competencias porque se nos va la vida sin recibirlas y sin disfrutar de la libertad que nos corresponde. Se nos va la vida sin autogobierno; lo cual significa seguir sometidos. No se trata de pedir, de implorar, de mendigar más descentralización, sino de dar un puñetazo sobre la mesa y decir "¡fuera cadenas!". No se trata de reformas del Estatuto, como decimos, ni de manifestaciones voluntaristas tipo "Canarias va a seguir trabajando para conseguir fortalecer su capacidad de autogobierno". No sirve de nada, señor presidente en funciones, afirmar que "frente a quien pide la revisión del Estado de las Autonomías, apostamos por más descentralización". Eso está bien para los peninsulares; para las comunidades autónomas de los peninsulares que forman parte de la Península española. El caso de Canarias no es equiparable al Estado de las Autonomías que usted cita, don Paulino, porque estas Islas no son una comunidad autónoma española. Son una descarada colonia vilmente disfrazada de comunidad autónoma.

Dice usted también "hay tiempo para aprobar la reforma del Estatuto de Autonomía antes de que culmine la legislatura nacional". ¿Y eso de qué nos sirve a nosotros, los esclavizados canarios? ¿No se ha enterado todavía que lo único que nos puede salvar de la ruina que nos han ocasionado los españoles con su colonialismo rapiñador es la independencia, la instauración de una nación canaria con su Estado? ¿Por qué hemos de seguir sometidos a España? Explíquenos usted esto, don Paulino. Explíquenoslo en una carta. Sólo cuando seamos una nación con Estado disfrutaremos plenamente de nuestras riquezas. Queremos que nos gobiernen nuestros hombres y mujeres canarios, no los hombres y mujeres españoles, casi siempre godos, prepotentes y con la mentalidad de que somos sus siervos de la colonia canaria. Qué humillación tenemos que soportar a diario cuando podemos ser hombres y mujeres con carnet de identidad propio. Hombres y mujeres de la nación canaria. Ciudadanos apreciados en Europa y en el mundo. No existe ni un solo español que no piense que está por encima de los canarios, por muy bien vestidos que vayamos.

Lo repetimos: el Estatuto es una aberración. No hay más salida para la gravísima situación que padece Canarias desde los tiempos de la conquista hasta hoy que la independencia. Díganos usted, don Paulino, si es que se digna a hacerlo (no nos menosprecie; no menosprecie a nadie, porque usted no sabe cuál será su futuro), dirigiéndonos unas líneas. Díganos por qué hemos de ser españoles y no libres y soberanos, dueños de nuestras riquezas y recursos.

No vamos hoy a volver con la historia real y dramática de los guanches, de su masacre y de las vilezas que contra ellos se cometieron por los conquistadores españoles, ni vamos a insistir en que somos españoles porque lo dicta la Constitución, porque, como dice la canción, lo dicta un papel. Los españoles han abusado y están abusando del pueblo canario. Están aprovechándose de su templanza, de su bonhomía, de su carácter y hasta de su indigenismo. Pero allá los que quieran ser españoles. Que se vayan a residir en España, si es que España les permite residir allí. Aquí que se queden los canarios de buena voluntad; los que se identifican con la idiosincrasia del pueblo canario.

Vamos a hablar hoy de lo ocurrido en las últimas elecciones. Algo que demuestra que con el sistema actual ni una sola formación política que se declare soberanista, y que pida la libertad, alcanzará un solo escaño en el Parlamento o en las instituciones para las que se elijan puestos políticos. La Ley electoral está hecha sólo para dos o tres partidos mayoritarios. No es democrática porque excluye el pensamiento de los minoritarios. El pensamiento es humano y tiene la llamita divina de todos los seres que han nacido. Por eso no sirve un sistema que excluya algunas formas de pensar. Por eso no sirve el sistema democrático en el que dicen que vivimos. No sirve y en el caso de Canarias es perverso. Y tan perverso que con 200 votos se consigue un escaño y con 20.000 no. ¿Qué democracia es esta? ¿Qué valor tienen los elegidos? ¿Con qué autoridad está negociando don Paulino y en nombre de quién? El derecho que pudiera asistirle le viene por un procedimiento electoral antidemocrático.

Afortunadamente, el Movimiento Patriótico Canario sigue vivo y continúa actuando con sus escasos medios en niveles internacionales, así como también lo hacen otros movimientos en su línea. Por ejemplo, los de don Antonio Cubillo y otros significados independentistas, soberanistas o amantes de la libertad. Esto nos permite decir que la libertad está a las puertas de conseguirse. La independencia está a punto de penetrar en Canarias. Sabemos, presentimos y algo nos lo ha hecho creer así que el propio monarca español, guardián de la unidad española, sabe que Canarias no es España, al igual que las Antillas francesas, a miles de kilómetros de Europa, no son Francia ni las Malvinas Inglaterra. Por eso estamos seguros de que el monarca de España y el Gobierno que lo asesore dentro de unos meses –del actual Gobierno de Zapatero hace tiempo que no esperamos nada– establecerá que Canarias no es España y que hay que devolverles la libertad a los canarios. Las más altas instancias del Estado español se convencerán de que deben restituirnos nuestra soberanía, como hizo Portugal con sus posesiones en Angola, Mozambique, Cabo Verde y otras asiáticas, o como hizo el rey Balduino de Bélgica con el Congo. Un rey que por no haber adoptado con prontitud las decisiones descolonizadoras oportunas dio pie a revueltas sangrientas. El monarca español, que es una persona inteligente, debe utilizar ese entendimiento para evitar episodios de sangre.

El Rey, lo dice la Constitución, es el garante de la unidad de España. Pero debe saber el rey y sus asesores que Canarias es España por definición y por imposición, no por geografía, ni por sentido común, ni por historia, ni por nada de nada. Canarias es una tierra prisionera de los españoles que se está muriendo. Hay que darle libertad para que se reponga con sus propios medios y su sangre. Así que de Estatuto, nada don Paulino. Eso es más de lo mismo. Eso es indecente. Es un desprecio al pueblo. Es mofarse del pueblo y ponerse usted y sus colaboradores en peligro, porque si al pueblo le da por levantarse no irá contra los que pedimos la libertad sino contra ustedes, los opresores. Y no crea usted que por mucho que salga en la prensa, radio y televisión está haciendo una buena gestión. Está inmerso en el limbo en que lo ha situado el narcótico español, salvo que usted se considere español. ¿Español? ¿A cuenta de qué, si usted nació en Canarias? Don Paulino, de Estatuto, nada. Cuando llegue la independencia, que llegará, ¿dónde se van a esconder usted y los suyos con sus estilos y palabras farragosas y farragosos, mentirosas e inservibles y hasta cierto punto crueles con los habitantes de Canarias? Háganos caso, don Paulino, y olvídese del Estatuto colonial.