En el Día de Todos los Santos, millones de personas se acercan cada año de una forma especial a la muerte, a través del recuerdo de sus seres queridos. Pero, ¿sirve esto para reflexionar de forma seria y consecuente sobre la muerte? En el libro "Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret", se lee al respecto: "Una y otra vez os oigo hablar de la muerte. ¿Qué es para vosotros la muerte? Para muchos es el final. Pero la muerte no es otra cosa que el paso a otra forma de existencia, en la que vivís de igual modo a como habéis sido siendo seres humanos. La muerte no tomará nada de vosotros, tampoco os dará nada. El alma que abandona el cuerpo es la misma que estaba en el hombre y que el hombre reflejó. Tras la muerte física, por tanto, no alcanzáis la resurrección".

Se podría decir que el alma es la misma después de la muerte y sin embargo es una extraña para sí misma, porque como seres humanos en realidad no nos conocemos, es decir no nos hemos reconocido. Y esto, es en definitiva, un problema de nuestro tiempo, porque las personas vivimos en su mayoría en una inercia que deja pasar los días sin reconocernos en ellos. Sin embargo todo lo que tapamos lo grabamos en el alma y esta grabación es la que se lleva nuestra alma al más allá tras la muerte. Si esto no lo hemos analizado y cuestionado con sinceridad en vida, tras la muerte seremos unos extraños para nosotros mismos. Seremos forasteros de nosotros mismos en ámbitos en los que el alma quiere avanzar, para regresar a su origen espiritual, al hogar eterno divino, resultándole muy difícil.

¿Qué es lo que realmente nos llevamos al Más allá? Aquello que hemos impregnado en nuestra alma. Y justamente eso es lo decisivo para cada uno, es decir, que todo aquello que realmente fuimos como ser humano, no en apariencia sino en la realidad de nuestras intenciones y trasfondos, es lo que realmente impregna al alma, porque todo es energía, también nuestras sensaciones, intenciones reales y pensamientos. Por la física moderna sabemos que ninguna energía se pierde, tampoco el contenido de nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y obras, o sea todo nuestro comportamiento queda grabado energéticamente y eso se lo lleva el alma al más allá determinando su caminar posterior.

Si hay una certeza real en la vida es que cada uno de nosotros un día morirá, por ello merece la pena prepararse para poder pasar al Más Allá habiendo aprovechado la vida.

Teresa Antequera Cerverón

El ángel caído

En el periódico del 5 de octubre leí una sugerencia de trasladar la estatua maravillosa de Juan de Ávalos al Museo Militar.

La estatua es una obra de arte de gran valor, y no comprendo la insistencia de trasladarlo a un lugar escondido, cuando en su posición actual es emblema de la ciudad.

Cuando llegan los cruceros con miles de turistas y los autocares los llevan de paseo por Santa Cruz suelen pasar por la estatua antes de subir por las Ramblas, y todos se quedan admirados de la estatua en su enclave actual. ¡Y cuando funcionaba la fuente más todavía!

Sé que el gobierno actual quiere borrar cuarenta años de la historia de España, pero en este caso, siendo la estatua parte de nuestro patrimonio cultural, sugiero un cambio de nombre, y no de lugar por el de "Ángel de Santa Cruz".

Miguel A. Trujillo Hernández