HAY una excelencia aclamada, aplaudida, casi endiosada, que recorre estos días las venas de todo el país. Y que nos estimula hacia lo mejor, a la superación, al triunfo como recompensa del trabajo bien acabado. De la buena e ingeniosa creación. De las cosas hechas como Dios manda y como los hombres esperan.

Nada negativo puede derivarse de que "La Selección" se encumbre y nos encumbre como país. Sobre todo cuando lo hace como lo hace. Sobre todo cuando no se conforma sólo con la furia y la rabia. Sobre todo cuando baila el balón en una coreografía perfecta, limpia, noble, conjuntada, en la que el equipo es un solo hombre y cada miembro es en sí mismo un equipo, un país, un espejo en el que nos reflejamos todos. Jugando así, ni siquiera la pérdida de la Copa nos puede sustraer nuestro legítimo orgullo.

Qué guapa es la señora Excelencia. Siempre.

Hay otra excelencia más de andar por casa, menos conocida, más humilde, pero igualmente excelsa, igualmente máxima.

Hay una excelencia que se cría, día a día, peldaño a peldaño, a golpe de ingenio y de error, a puro de buscarla y pelearla, con las armas del conocimiento y con el esfuerzo desbocado a que siempre arrastra la pasión.

Es el juego de la redundante máxima excelencia en el que se empeñan cada día, a veces durante toda la vida, hombres y mujeres a los que les basta la recompensa del propio resultado: grande o pequeño, profesional o humano, familiar o científico.

No buscan ni merecen las más de las veces media línea en un periódico o diez segundos de televisión; pero son la auténtica fuerza motriz de nuestra tierra. Es la fuerza de los que mueven diminutas o grandes montañas para que otros pocos elegidos aparezcan en su cima.

Es la excelencia de tipos como Maximino Galán Núñez. Chiqui para los amigos, Maxi sólo para mí. Un matemático y astrofísico lagunero que se nos fue hace unos días deprisa y corriendo, a los 58 años, después de una vida inventora, ingeniosa, innovadora; plena en lo profesional y entrañable en lo humano.

Una trayectoria siempre empeñada en jugadas que adelantaran el futuro. En pases, combinaciones y triangulaciones que colocaran mejor a Canarias en su pelea por posicionarse a la vanguardia de las cosas. Y lo consiguió en su ámbito de trabajo: los sistemas de información cartográfica de todo lo habido y por haber. Las herramientas que nos permitan conocernos mejor, que faciliten la máxima transparencia y que dificulten el error, la chapuza o hasta el delito.

Su contribución a ese proceso tan vital y sano como alejado de la curiosidad pública sólo podrán precisarla bien los estudiosos en el futuro. Un futuro que él tanto adelantó como para irse rápido. Antes de tiempo. Como tantas veces ocurrió cuando propuso soluciones que no eran viables en el presente, sino tres o cinco años más tarde.

Ahora también se ha adelantado. Demasiado. Y lo ha hecho con esa habilidad tan suya que haría dudar al linier más despierto. Maxi, puñetero, te has puesto en fuera de juego.

Y, de nuevo, has sido tan rápido y veloz que no sabemos si eres tú o somos nosotros los que quedamos descolocados, en falta, barridos, fuera del partido... mientras tú pasas a otra liga superior. Para jugar, como siempre, Maxi, al máximo, excelente nivel.

daniel.cerdan@gmail.com