ESCRIBIMOS este editorial desde la indignación porque indignados estamos en EL DÍA, al igual que está indignada la gente por las esquinas de Santa Cruz -nuestros teléfonos no paran de sonar- por cierta información procedente de Madrid que recoge un diario impreso en Tenerife, aunque es propiedad de una empresa de Las Palmas. Titula ese periódico, con evidente regocijo, que CC ya no habla de la nación canaria. Añade el autor de la información, de forma destacada, que los soberanistas canarios descartan incluir el término soberanista en el Estatuto de Autonomía y enarbolan la bandera de la alianza con el resto de la Macaronesia.

Pensábamos que los ecos del Estatuto ya se habían apagado, pero no. Ahora resulta que resuenan incluso con más afán de servilismo al amo peninsular; al amo español. ¿Cómo hay tinerfeños y tinerfeñas que estén pensando todavía en el Estatuto de Autonomía, que es la cadena que quiere ponernos el godo para esclavizarnos todavía más a sus viles intereses? ¿Cómo pueden consentir algunos tinerfeños y tinerfeñas, y estamos pensando en José Luis Perestelo, Ana Oramas, Fernando Ríos e incluso Paulino Rivero, que se diga, que lleguen a decir ellos mismos, que no existe la nación canaria? Claro que hay nación canaria como hay nación catalana, aunque la nación catalana está en el continente y Canarias en el Atlántico.

Canarias, y nadie viene ahora a descubrir el Mediterráneo con las conversaciones macaronésicas -y macarrónicas- que se han mantenido estos días en Cabo Verde, es, como dice la geografía, un archipiélago que está en el Atlántico, de igual forma que Malta es una nación chiquitita que está en el Mediterráneo. Pero un archipiélago -el canario- que es una nación, porque nación era antes de que fuera invadido cruelmente por los españoles hace casi seis siglos. Estas Islas eran libres y soberanas de sí mismas antes de que sus habitantes fuesen masacrados de manera salvaje, esclavizados y vendidos en Europa; tanto hombres como mujeres, niñas y niños. ¡Cuántas criaturas fueron arrancadas de su tierra, de sus valles y sus montañas, de la compañía de sus seres queridos, para que sirviesen de solaz a reyes y nobles europeos! Y que todavía sigamos pensando en el Estatuto que nos mantiene colonizados. Qué desvergüenza tan grande la de los nacionalistas de CC, al llamarse de esa forma sin serlo. No son nacionalistas sino españolistas; amantes de los verdugos de nuestros antepasados. Le pronosticamos a CC el más estrepitoso de los fracasos y la desaparición casi total o totalmente del panorama político de estas Islas si no afirman que su objetivo es la prosecución de la independencia para la nación canaria.

Cataluña es una nación. Si antes de la sentencia del Tribunal Constitucional decíamos que no, hoy después de la sentencia decimos que sí. Los hechos han venido a confirmar que Cataluña es una nación deseosa de ser europea y no española. España, por mucho que su selección gane el campeonato del mundo, no es Europa. Está marginada de Europa porque los europeos no consideran como personas civilizadas a sus habitantes, salvo los de Cataluña, y mucho menos después de las locuras políticas de su presidente socialista. En consecuencia, es el momento de que Canarias dé un paso que por miedo o por narcosis -casi siempre por temor a la fuerza de las Fuerzas- no ha dado a lo largo de seiscientos años. Nos referimos a que dé el paso de independizarse definitivamente de sus amos españoles.

Nos indigna, pero no nos sorprende, que estos falsos nacionalistas -en realidad sólo son bolsilleros políticos- digan ahora que rechazan en el debate sobre la reforma del Estatuto los principios que se aprobaron en el último congreso de CC. Según parece, temen disgustar a sus socios del PP. Tanto el PP como el PSOE, lo decimos un día más, son partidos estatalistas al servicio de Madrid y de los intereses de Las Palmas. Por lo tanto, no nos sirven a los canarios. A los canarios auténticos; a los que respetamos a España como una nación importante con la que queremos mantener buenas relaciones, de igual a igual, una vez que tengamos nuestro propio Estado, aunque no amamos la españolidad de estas Islas porque esto no es España sino una vergonzosa y anacrónica colonia de España, considerando que ya estamos en pleno siglo XXI.

CC, como decimos, está condenada a desaparecer por la traición que han hecho sus miembros al auténtico nacionalismo canario. Su espacio político será ocupado por los partidos independentistas emergentes. Estas formaciones, convenientemente unidas, arrasarán con los votos de la juventud porque los jóvenes, todavía no contaminados por la avaricia política de sus mayores, tienen la mente y las manos limpias, amén de querer las cosas claras. No podemos olvidar que las juventudes de CC respiran sin temor -y sin la vergüenza de los falsos nacionalistas- los aires de la independencia. Esa juventud buscará las opciones soberanistas sin duda alguna. Y hablamos también de la juventud que juega al fútbol y que practica el botellón; en definitiva, de la juventud que tiene votos.

Dice la información publicada que "CC apostará en el futuro por mantener la definición geográfica y política de Canarias como Archipiélago atlántico, como ya se recogió en la anterior propuesta, al considerar esta fórmula mucho más eficaz a la hora de establecer su encaje en el modelo de Estado y lograr políticas singulares en atención a su lejanía e insularidad, así como para reforzar el grado de autogobierno". ¿Qué es eso de Archipiélago atlántico?, nos preguntamos nosotros. Eso es una perogrullada. Claro que somos un archipiélago atlántico, como también lo es Cabo Verde. La diferencia está en que los caboverdianos tienen nación propia y nosotros no. También son un archipiélago las Islas Seychelles, en este caso en el Índico, pero de nuevo un archipiélago con Estado, bandera y, en definitiva, identidad propia, en vez de una falsa e impuesta por una Metrópoli situada en otro continente, como es el caso de Canarias.

También nos quedamos atónitos al leer que "el secretario general de la Presidencia y uno de los principales impulsores de las tesis soberanistas en CC, Fernando Ríos, asegura que, al margen de debates internos, la organización siempre ha buscado fórmulas de consenso con el resto de fuerzas en las Islas y considera que así se plasmó en los aspectos esenciales de la última propuesta de reforma, en particular en relación con la definición de la identidad canaria y las relaciones con el Estado. Siempre hemos huido del concepto nación porque no supone ningún avance jurídico sobre el de nacionalidad ya recogido en la anterior reforma del Estatuto, y porque nuestra identidad queda mucho mejor definida en el de Archipiélago atlántico, que además resulta mucho más eficaz en el reconocimiento de la lejanía y la insularidad, dijo Ríos." Ahora nos enteramos de que Fernando Ríos es soberanista, aunque ahora ya no lo quieren en CC. Mejor es que no lo quieran en las filas nacionalistas porque es un "estatutario". Es decir, un político que conculca los intereses del pueblo canario.

De igual forma nos parece una tontería que se diga que "el más grave desencuentro entre CC y PP en torno a las veleidades soberanistas del aliado nacionalista se dio tras el último congreso de Coalición, en octubre de 2008, cuando ésta debatió una ponencia ideológica que abogaba por la autodeterminación de Canarias y consideraba la Identidad Nacional Canaria". Estamos hartos de que el Gobierno de Canarias siga diciendo que somos españoles porque eso es una falsedad. Se está poniendo en ridículo al pueblo canario al decir que somos españoles. El pueblo canario es canario, no español. No tenemos que poner en ninguna casilla de ningún documento nacionalidad española porque no somos españoles. Somos africanos o atlánticos, como dijo Francisco Aguilar y Paz cuando nos definió como un archipiélago atlántico. Ni Canarias tiene nada que ver con la nación española, ni la nación española con Canarias, porque ambas se encuentran a distancias siderales una de la otra en muchísimos aspectos.