Cuando a alguien le llaman sinvergüenza se refiere menos a un descarado que a un estafador, timador, mentiroso o malhechor. Ayer descubrí un nuevo grado de vergüenza en mi sentir. Me sentí bien al saber que la poseo como una dotación humana elevada, que comparto con una inmensa mayoría de ciudadanos de este país, que la tienen y la sienten. Pero es una sensación pavorosa de entre asco y repugnancia.

Pero ¿qué situación o evento me hizo sentirla y tan profundamente? Pues ver al jefe del Estado con una incipiente barba rala de mal afeitado, bromear, palmear, semiabrazar y en jolgorio con Hugo Chaves. Nuestro jefe de Estado es como es, es lo que hay, es lo que tenemos. Es el de "?y si sale sale"; "Zapatero es una persona muy intuitiva y sabe muy bien a dónde va"; "un Rey muy republicano"; "hablando se entiende la gente", y un largo etc. de despropósitos entre los que se incluye ser despectivo con sus partidarios naturales.

Sin haber superado aún la gira de Moratinos por Oriente, Medio o Entero, y sus fotos con el ínclito coronel Gadafi, que quiere comprar Suiza para hacerla desaparecer más tarde por detener a su díscolo retoño. De repente nuestra alta política internacional, que iba a revolucionar el mundo y a llegar a ser "el corazón de Europa", se convierte en el lamedor de satrapías, inconstitucionales todas, teocráticas y liberticidas todas, y su principal valedor. Da balones de oxígeno a los dictadores, extiende marchamos de licitud a Cuba y a Venezuela en los momentos clave de detención de presos para redondear el presupuesto anual con el rescate exigido más tarde, o para poner el velo en el cierre de los medios hostiles en Venezuela con la expedición de un certificado de garantías democráticas y de libertad de expresión "aceptables" en palabras de "Currito de Santa Cruz".

Somos la vergüenza de Europa, el desternille de América, el adalid de fundamentalistas, separatistas, sátrapas, dictadores, teocráticos o comunistas, y de los retrógrados todos. Somos el farol rojo y el semáforo avisador de peligro para todos los inversores, somos la economía que menos crece, y de plazo de recuperación de África profunda. Además, y con los gastos laborales más elevados del mundo "mundial", no producimos valor, o escaso y ni fabricamos casi nada apreciado por alguna cualidad. Y somos víctimas o soportamos, queridos, una de las corrupciones mayores del planeta. Ahí queda eso. Si eso es un mérito de ZP, que se le reconozca y premie de inmediato. Quizás ese era el objetivo. Si no, que salga, se rinda y se entregue.

L. Soriano

Para el alcalde de Arona

Cada mañana despierto escuchando a Pepe Moreno en Radio EL DÍA. Me pongo los auriculares y antes de levantarme escucho las noticias más importantes. ¡Al grano! Escuchando las preguntas que hacían a Alberto Reverón, el alcalde de Arona, estaba esperando la pregunta que, para mí, era la pregunta más importante. Y era la siguiente: ¿Piensa usted denunciar a los denunciantes? Porque está muy bien que sean todos inocentes, pero si un abogado llamado Felipe, o Raimundo, me denuncia como que soy un corrupto y todas las cosas que han dicho, me cabrearía y seguro que tomo medidas. ¡Las que sean! No diría ningún comentario malsonante contra dicho abogado, sino que denunciaba por daños y perjuicios.

Escriben en los medios de comunicación que el alcalde es un capullo y resulta que no toma medidas contra dichas mentiras. Cuando perdemos el orgullo y el respeto en la vida, ¿qué nos queda? El alcalde de Arona ganó por mayoría, es decir, la mayoría estamos contigo, pero si no demuestras que los malos son los otros, creas un sentimiento de culpabilidad entre los votantes.

Sabemos que cuando están en el Gobierno primero ayudo a los cuñados y demás familias; después los amigos, y luego los que aprueben los exámenes, pero hay cosas, que no pueden quedar en el tintero y tenemos que calmar los malos pensamientos. Aunque aquí nos conocemos todos.

Aquí queda mi opinión, aunque no la pongan, ni la digan en la radio. Un abrazo de un preguntón.

Juan José Santana Armas