EN ESTOS días recibí una llamada telefónica en mi casa a eso de las doce o la una (las 13 horas). Se trataba de una señorita que dijo su nombre, pero no lo recuerdo. Yo no la conocía. Me dijo mi comunicante que, como sabía que yo había observado el eclipse total de Sol que tuvo lugar el 2 de octubre de 1959, me llamaba para que le contara algunos detalles del fenómeno que fue realmente curioso, por lo menos para mí, que, aunque había visto varios eclipses de Sol y de Luna así como otros fenómenos planetarios como la "lluvia de estrellas", tanto en San Sebastián de La Gomera, donde nací, como en Santa Cruz, donde he residido toda mi vida, jamás había contemplado un eclipse total del astro rey, en el que pudo verse anochecer a las 11 horas 42 minutos y 10 segundos de la mañana del ya citado día, y hasta oír cantar a los gallos como en un amanecer cualquiera.

Estos datos, que no me los sabía de memoria, los he tomado de una página publicada por este periódico el lunes último, día 14 del actual mes de septiembre, en la que se reproduce una fotocopia de la página de EL DÍA correspondiente al viernes 2 de octubre de 1959, en la que se anuncia que ese día se producirá el eclipse total y lo que ocurrirá en el transcurso del mismo.

En la fotocopia reproducida puede leerse con claridad, además de anunciarse en el título "Hoy, eclipse total de Sol", un subtítulo que dice "Se iniciará a las 10 horas, 17 minutos y 30 segundos". Y otro: "Máximo oscurecimiento, a las 11 horas, 42 minutos y 10 segundos". El último subtítulo anuncia: "Reportaje de Francisco Ayala", por lo que deduzco que la señorita que me llamó se enteró por eso de que un servidor observó el eclipse. Yo podría haber complacido a mi comunicante, si hubiese podido leerle el texto del reportaje, pero la letra quedó tan pequeña en la copia que no fue posible leerla. Ni con lupa. Sí puedo añadir que a Canarias vinieron numerosos y destacados científicos para estudiar el fenómeno y hasta un avión fue enviado por EE.UU. para efectuar observaciones desde una altura de veinte kilómetros. En cuanto a la información que recogimos los periodistas que nos concentramos en la sede del Observatorio Meteorológico en la santacrucera calle de San Sebastián, que aquello fue una especie de juerga donde no hubo vino, pero sí chistes y preguntas a los entendidos, que no estaban muchos, porque se habían ido a observatorios astrofísicos a las alturas teideanas. Todavía no se había montado el Observatorio palmero del Roque de los Muchachos.

Leo en el periódico del lunes que el Museo de la Ciencia y el Cosmos y el Instituto Astrofísico de Canarias buscan testigos del eclipse para que "compartan su recuerdo". Si no lo han tenido en cuenta pueden consultar los números de EL DÍA posteriores al 2 de octubre de 1959, en los que encontrarán curiosas fotografías e información sobre dicho fenómeno. Un servidor, que someramente pudo entrar en información científica, sólo puede "compartir" los detalles que cita en este ladrillo. De otros lamenta no acordarse.