A LA CAÍDA del sol, en la capital chicharrera, empezamos a disfrutar de una amplia variedad de lugares de ocio nocturno. Hay mucha gente, y había mucha necesidad. Con alternativas dignas del tipo y categoría de esta urbe, Santa Cruz tiene una laguna y La Laguna tiene su puerto en un tanto monta, monta tanto, para una ciudad unificada que late con cada vez más bombeo por las noches. Y por las tardes, las terrazas también andan de bote en bote, pero ya no es sólo La Noria o el Cuadrilátero; ahora mismo es La Rambla, aún la avenida de Anaga, los polígonos, los centros, etc? en los que vacila, en el sentido de tiras y aflojas, una masa alegre que resbala de la crisis y que lo que quiere es vivir intensamente algo de su vida, en su propio grito de libertad.

Las restricciones de tráfico o los controles de alcohol en las carreteras estimulan a que una población sedienta de marcha busque entre las tripas vivas de esta comunidad de vecinos los antros y rincones con mayor afinidad a lo que para cada individuo sean sus músicas y compañías apetecidas o preferidas.

En este resurgir desde las cenizas de una sosa acumulación dormitorio, como el Ave Fénix, las antepenúltimas generaciones "chichas" han agarrado con fuerza el testigo, con la batuta de sus ganas de pasarlo bien. Hay múltiples muestras de que, a poco, que se les dedique lugares en los que los tres o cuatro "metepatas" de siempre puedan ser controlados, estamos ante las generaciones más cualificadas de la historia de Canarias y se merecen la bendición de confianza que en su conducción intransferible los llevará a los errores y fracasos que forjan las personalidades. Los medio puretas, puretas y más que puretas que todavía tenemos "cuerda" -en mi caso en sentido virtual- ayudaremos a que la luz de la noche siga encendida.

Un fantástico referente es La Vieja Morla. Suena a bruja, pero es un grupo musical tinerfeño con nombre rimbombante, tal y como marcan los cánones de moda de otras formaciones, por ejemplo denominadas Jonny Jonny, Apaga la Vela, No me toques con tu Mano Transplantada o la Vetusta Morla. ¿Saben cómo se llama su primer disco?: "Y yo con estos pelos".

La Vieja Morla nace a finales de 2005 cuando Jesús Arteaga (Susi), voz y guitarra, y Oliver Guerrero, batería, abandonan su formación anterior con la que habían desarrollado un repertorio y estilo propio a lo largo de sus más de 5 años vida. La creación de este nuevo grupo no tiene más motivo que la necesidad de expandirse y afrontar nuevos proyectos y horizontes con la música que realmente les llena y divierte. Al paquete se une Adrián Arvelo, bajista, para completar con sus fondos y, más tarde, Jorge Santana, guitarra, para acompañar.

La banda hace un pop rock fresco y contundente con influencias funkie, blues, reggae, metal, y le mete a todo, en cualquier cosa que suene a música. Denominados en algunos casos como "hard-pop", esta tortuga gigante de la "Historia interminable" -saga de ficción- basa su estilo en la diversión y el meneo, la frescura y el desenfreno ofreciendo directos contundentes donde el principal cometido es hacer disfrutar a un público fiel, que repite sus letras en plan poseso y en una tipología juvenil, con originales versiones que tratan sobre la vida cotidiana, de experiencias personales, de estados de ánimo, de deseos... de sensaciones.

En su corta trayectoria, ya han ganado importantes concursos a nivel insular, siendo uno de los ocho destacados del Certamen de Pop-rock Juventud y Cultura 2006, quedando como los mejores en el apartado pop-rock del certamen de Jóvenes Artistas organizado por el Cabildo de Tenerife y triunfando en el AguereRock.

Otra cosa es La Gramola, reinaugurada por mi amigo Ernesto Guadalupe, alias "Tito", y sus colegas en lo que antiguamente era la Casa de Galicia. Por la plaza de La Paz. Más tranquilita, un chico de color, flaquito, de dos metros y un sombrero ladeado cantaba en imitaciones de Barry White (nacido como Barrence Eugene Carter), que fue un artista estadounidense del género soul, exitoso en la década de los 70 y 80. Con un timbre bajo, muy grave y ronco, tanto el maestro como su alumno de La Gramola regaron su estilo varonil y romántico, cada uno a su nivel.

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