SON DOS VARIABLES íntimamente ligadas. Se acuestan la una con la otra y resulta que en ambas ocupamos los puestos de cabeza con respecto al resto de comunidades del Estado con una hora más. Estupendo. Los mejores en eso, no sólo cambiamos a la parienta por un rollito de primavera o ella nos enchufa al butanero con un lío de caseta de campaña, sino que el crío, encima, no sabe quiénes son sus referentes o si es lo apropiado coser o cantar.

Las separaciones y los divorcios no tienen, por sí solos por qué llevar aparejados episodios de desestructuración familiar en bancarrota. Perfectamente hay muchas madres y padres que conozco, que habiendo terminado una relación conyugal y no estando dispuestos a aguantar ni un minuto más, vamos a suponer por suponer, las impertinencias de su ex pareja, siguen ejerciendo una maternidad y paternidad responsables y que puede significar el pacto pacífico o libre de cargas sobre las condiciones de vida de sus hijos. Un ambiente de no agresión moral que beneficie su crecimiento, madurez formativa y experiencia vital acompañada.

Pero no es eso sólo. Dar con el origen del problema es el primer paso para superarlo. La desestructuración familiar está medida por parámetros muy definidos; somos la comunidad con mayor desestructuración familiar, especialmente ubicada en las dos capitales Santa Cruz-Laguna versus Las Palmas, y suele venir acompañada de dinámicas conflictivas de expresión de sentimientos, estados de humor, relaciones con terceros?, con, a veces, consecuencias de medicación, dependencias, drogas? Después, en función de la gravedad, se produce mucha inestabilidad alrededor y niños o jóvenes que con el poder cibernético se convierten en verdaderos déspotas con la vida y con ellos mismos. Esto también sucede en familias que no pueden llamarse desestructuradas, pero nadie puede negar que el fracaso escolar es mayor y más acusado en la zozobra cañonera. El trabajo común y estable de padres y educadores es un elemento básico para afrontar una realidad creciente y preocupante.

Tomando la media entre todas las comunidades del Estado, uno de cada cuatro niños fracasa en sus estudios, con los consiguientes problemas que ello acarrea, incluidos los psíquicos. Matemáticas, lengua e inglés son las materias en las que se registra un mayor fracaso escolar. Frente a la media europea (20%), el índice español de fracaso, cerca del 29%, sólo es superado por Portugal, con algo más del 45%. Las estadísticas oficiales indican que la comunidad con mayor fracaso escolar es Canarias, con un 35,8%, casi como Portugal, mientras que la de Asturias es la más baja con un 14,4%, seguida de Navarra, con un 17,3% y la Comunidad Autónoma Vasca, con un 17,5%.

Estos datos, unidos a los que reflejan el elevado nivel de absentismo y de abandono escolar, muestran la existencia de un alto grado de fracaso escolar que requiere una acción global alejada de la creencia de que los alumnos en apuros son "vagos" o "tontos". El hecho de que haya chicos y chicas en dificultades para superar con éxito las exigencias del sistema educativo implica no sólo factores individuales, sino educativos, sociales y culturales.

Referente al fracaso escolar en Canarias, me puedo remitir al Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez 2007. "?la indiferencia, en unos casos, y la indisciplina, en otros, que muestran hoy muchos de nuestros alumnos es consecuencia directa del ambiente familiar y social en que éstos se desenvuelven, pero que también tienen mucho que ver con la actitud humana y profesional de demasiados docentes ante sus alumnos. Me refiero a una actitud que viene determinada por la escasa consideración profesional que el docente recibe de la Administración educativa y, como consecuencia, de la sociedad en general. Hemos pasado de la casi sacralización de la figura del profesor -atribuyéndole una autoridad excesiva fuera y dentro del aula- a poco menos que su ninguneo social como profesional de la formación de nuestros hijos. Aunque también es posible -todo hay que decirlo- que esta desconsideración se la hayan ganado a pulso no pocos de esos mismos profesores?".

Aunque maldita la gana, vamos a ponerlo con un poco de humor en un plano espacial y vamos a decir que si te desintegras significa que se dispersan tus partículas, átomos o células y que por lo tanto no llegas ni al fracaso, antes de él ya has perdido la batalla.

En estas dos variables no podemos seguir ocupando el liderazgo.