A falta de unos días para que cumpla su primer mes como reina del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, Priscila Medina Quintero (Puerto de la Cruz, 1996) ya acumula numerosas participación como jurado en numerosas galas de la reina de los carnavales de otros municipios de la Isla, en su condición de embajadora de la fiesta de la máscara chicharrera. Y lo que está por venir, si disfruta de un reinado tan intenso como el de su antecesora, Carmen Laura Lourido.

En la víspera de la publicación de la revista del Carnaval, que desde mañana se distribuye con El Día, Priscila Medina revive algunos de los momentos de esta reina de cuna. Hija de Gregorio Medina, diseñador portuense más conocido como Toño Medina, Priscila destaca el calor y la acogida del pueblo en la Cabalgata anunciadora. Esta experiencia no fue nueva para ella, pues en 2016 resultó elegida segunda dama con una fantasía que diseñó Santi Castro, pero tres años después puedo ratificar, como reina, cómo se vuelcan los carnavaleros para cortejar a su soberana. Aunque sea el desfile más largo de cuantos se desarrollan en cada edición, Priscila dice que quizás porque la calle es más estrecha y permite un contacto más cercano, o por las ganas de Carnaval. Es un desfile único y muy emotivo, sentencia.

Elegida reina de 2019 con la fantasía "La Nuit", obra de Sedomir Rodríguez de la Sierra -el año de su regreso, cinco ediciones de la última vez que presentó traje- y el patrocinio de Autoinsular Citröen, a Priscila todavía le sorprende hoy la niña francesa que el día de la Cabalgata estaba al pie de la carroza de la reina esperando que llegara. Junto a su madre, la pequeña portaba un cuaderno que tenía escrito en la portada: Priscila Medina. Casualidades de la vida, se llama igual que la reina del Carnaval, a la que esperaba para saludarla y felicitarla, y además enseñarse la fotografía que se sacó con ella en 2016, cuando la niña repitió la experiencia. "Encima, es francesa, y le encanta la fantasía que está relacionada con su país de origen", cuenta con entusiasmo Priscila. Pequeños detalles que, si no fuera por la complicidad de la soberana, pasan inadvertidos de las fotos que acapara sobre la carroza o en la gala.

La pasión por la fiesta de la máscara, y el mundo de la moda, la belleza y el espectáculo en general, la alimentó su padre desde los primeros meses de Priscila. Nacida el 12 de abril de 1996, meses después estaba ella en el cochito, entre los bastidores de la gala de elección de la reina de las Fiestas del Carmen, en Puerto de la Cruz, mientras su padre, Toño Medina, estaba preparando a las candidatas que optaban al cetro.

Ese amor al Carnaval también llevó a Toño a presentar a su hija, desde corta edad, en los concursos de disfraces que se organizaban tanto en Puerto de la Cruz como en Santa Cruz de Tenerife, con fantasías de haga, bruja, rumbera... y hasta de Celia Cruz. Aunque ella nació nueve años después de que la capital tinerfeña protagonizara el récord Guinness de 1987, cuando con la reina de la salsa se reunieron 250.000 personas, en el baile más multitudinario, Priscila Medina pasará a la historia por ser la reina del Carnaval en el que Santa Cruz reunió en el Sábado de Piñata de 2019 a unas 400.000 amantes de la fiesta, el día en el que cantaron Billo''s Caracas Boys, en el escenario de la plaza Candelaria, y Orishas y Juan Luis Guerra en el escenario de la tarima de la avenida Francisco La Roche.

Ese Sábado de Piñata, el segundo Carnaval de Día del Carnaval 2019, fue la única jornada festiva que Priscila se disfrazó, sin ser con su traje de reina, y se echó a la calle para disfrutar de la fiesta. Como no podía ser de otra manera, salió en grupo con su diseñador, y gran parte del equipo que trabajó en la fantasía, grupo en el que ella es una más. "Sedomir fue disfrazado de cubana, yo preferí ir de gimnasta, más cómodo", algo que se entiende, porque el tocado se convirtió esta edición en una prenda inseparable para la soberana. "Me gusta mucho la música de Juan Luis Guerra, fue una experiencia única", cuenta rememorando el momento que estuvo entre la muchedumbre que desbordó la avenida de Anaga. Poco a poco, Priscila ha ido recuperando la normalidad, si bien es raro el día que no recibe aún una llamada para invitarla a algún acto o ser jurado.

Formada en los salesianos de La Orotava, donde cursó estudios desde Infantil a la ESO, realizó bachillerato de Artes Escénicas en el IES María Pérez Trujillo, a la espera de lograr plazas en el ciclo de Pastelería que siempre deseó hacer. En la actualidad realiza primero de Dirección de Cocina, clases a las que ya ha retornado en su anhelo por recuperar la vida normal, pero con el objetivo claro de que este año de reinado "la gente se quede contenta" con su grado de implicación y entrega a promocionar la fiesta.

Recuerda orígenes en el mundo de la moda y la belleza, en 2015, cuando fue elegida Dama de Tenerife y Quinta Dama de España. Antes, ya había participado, sin éxito, en un cásting de Daniel Pages para elegir candidata, y en dos de Santi Castro -en el segundo fue seleccionada-. En el Carnaval 2016 fue segunda dama de honor, reina de las fiestas patronales de Puerto de la Cruz, tercera finalista en Miss Tenerife y fue invitada a Miss España... Como para olvidarlo. De ahí, su tatuaje en el tobillo derecho inmortaliza el dosmildieciséis.

En el debate sobre qué es más importante, si la candidata a reina o el traje con el que desfile, Priscila deja una reflexión: "Los diseñadores, o cualquier persona, deben recordar siempre que somos humanas y que las fantasías no pesan 20 kilos, sino más de 350 kilos, como poco, y encima llevamos tacones. Si a eso se suma que tienes que hacer una puesta en escena para vender la fantasía, la candidata que luce el traje es súper importante", comenta con el orgullo y la complicidad con su diseñador, del que no sólo ha sido su musa, sino también miembro del equipo; tanto lo viste, como monta la fantasía. Una reina que cuida cada detalle.