El alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, celebró ayer, al término de la junta de gobierno, una reunión con Gladis de León, concejala de Fiestas; Carlos Correa, de Medio Ambiente; Alfonso Cabello, de Sociedad de Desarrollo, y Dámaso Arteaga, de Infraestructuras, más la comisaria jefa, para revisar qué ocurrió en los dos primeros bailes en la calle -Viernes de Cabalgata y Sábado de Carnaval- en la zona de El Orche y Méndez Núñez, tras las críticas vertidas en las redes sociales en las que se aseguraba que se había "apagado" el sonido en la zona.

Las fuentes consultadas detallaron los casos concretos de cada zona, advirtiendo que el Carnaval está sujeto a unas medidas para conciliar el ocio con el derecho al descanso, con la salvedad de los días de Carnaval, cuando se flexibiliza la medida. Pero siempre condicionada, en el caso de las carrozas, a tener autorización para acceder a las zonas habilitadas para tal efecto en el cuadrilátero -avenida de Anaga, Villalba Hervás o Méndez Núñez- o contar con los preceptivos limitadores de sonido, de obligado cumplimiento tanto para carrozas o carricoches, como para los bares en función de la norma por zona.

Las carencias en el entorno de El Orche las atribuyen a la mala distribución del sonido y a que esos dos días no se colocaron unas columnas en un balcón de un edificio de la zona. Esto provocó que la música se escuchara más dentro de la cafetería que fuera y, en especial, en la avenida 25 de Julio, insisten las mismas fuentes, por la mala distribución, algo que ayer se comunicó y se esperaba subsanar anoche. Siempre, conforme a los 96 decibelios autorizados en esa zona.

Otro de los problemas detectados en Méndez Núñez se localiza en El Coral y el restaurante griego Dafne, que, según las mismas fuentes, este año decidieron no instalar equipo de música con potencia. A esto se suma que las dos carrozas que, como otros años, se iban a colocar en la zona carecían el viernes y sábado de limitador de sonido, por lo que se les impidió estar allí. Esta carencia estaba previsto que también se resolviera anoche, una vez resueltos los preceptivos limitadores de sonido y con la autorización para estar allí.

Fruto de la reunión, también se ha invitado a los carricoches que se instalan en la zona del antiguo cine Rex a ajustarse a la normativa. Al no tener motor, no tienen consideración de carroza, pero el viernes y sábado abusaron del sonido, lo que provocó su cierre, pues también carecen de limitadores de sonido. En los contactos mantenidos ayer, se les invitó a colocarse cerca, respetando la normativa, para ambientar de forma legal la zona.

Con estas medidas estaba previsto que se mejorara el ambiente acústico de la noche, a la vez que precisaron que no ha habido una nueva normativa para bajar la música, y precisaron que la normalidad ha sido la tónica habitual en la parte baja del cuadrilátero. En El Callejón del Combate y calles estrechas aledañas sí se ha bajado a 86 decibelios la música, si bien es condición para todos los bares y carrozas que cuenten con sus propios limitadores de sonido, insistieron. La clave de la mejora del sonido en los bailes del Carnaval pasa, desde ayer, por revisar la orientación de los altavoces y unificar el sonido.

La calle de La Noria, uno de los puntos neurálgicos del Carnaval, vivió anoche el tradicional mano a mano que desde hace ya cuatro años protagoniza la UA El Cabo, Bambones, Diablos Locos y Los Lejías. Entre marchas murgueras a ritmo de caja, bombo y platillo y hasta música en la zona, después de las nueve y media de la noche comenzó a cantar la rondalla que se ha alzado esta edición con todos los primeros premios, bajo la dirección del maestro Israel Espino.

Había sido una jornada intensa para esta formación lírica que, ajena al calendario de actuaciones que programa el Organismo Autónomo de Fiestas, se trasladó a las cinco de la tarde de ayer hasta la plaza de Santa María del Mar para cantarle a Mary, "la Perra Chica", vecina que vivió en Cuatro Torres y que, a sus 82 años edad, reside en el citado barrio del Suroeste. Perteneciente a la familia de la que mantiene su sobrenombre, ha sido una incondicional de la rondalla. Nacida en la calle de Los Pescadores, número 46 -actual Buenos Aires-, era vecina del maestro Faustino Torres e impulsora de la rondalla cuando dejó de salir. Su memoria mantiene el recuerdo del pasacalle, Cosacos, entre otras obras; y cuando llega el Carnaval espera que pase por el barrio la rondalla, como antaño, y como ayer hizo en su honor El Cabo. Luego, otra visita emotiva, el centro de mayores que está en la plaza militar, para concluir dándolo todo anoche en La Noria.