La murga infantil Retorciditos (Granadilla, 2009) ha logrado en los cinco últimos años tres primeros de disfraz (2014, 2016 y 2017), segundo (2018) y un accésit (2015), y se ha caracterizado por fantasías muy artesanales con la incorporación de las luces en los disfraces infantiles, cosechando un resultado espectacular que se vio refrendado por los premios. El pasado viernes presentó su diseño, que bien podría simplificarse como un disfraz 2.0, porque a la luz ahora le añaden técnica, hasta el punto de dar movilidad a los 45 tiburones, tantos como niños.

La fantasía surgió en marzo del año pasado. "Si el Carnaval se llega a celebrar de Roma, nosotros también hubiéramos ido con este disfraz", explica Fran Conde, "alma mater" de la murga. Sobre la idea del tiburón se añadió un buzo, luego se ideó el fondo del mar, se perfeccionó la idea del reflejo del mar sobre el cuerpo del tiburón, más unos peces piloto y... movimiento en la boca y la cola.

A esto se suma la colocación de luz indirecta para realzar el fondo marino: "Cuando los niños juntan sus pies, forman una roca, con un tesoro, corales, erizos, peces (Nemo y Dory), gambas, conchas y hasta perlas". En la fantasía se añadió un casco al "retorbuzo", que simula llevar una cámara gopro, y un pulpo. Para cada uno se realizaron 15.000 círculos, para dar forma a 7.500 ventosas. El pulpo parece agarrar un pito y sujetar la llave de un tesoro. También incluye una botella con su respirador con una tortuga en el anagrama, con el nombre de cada uno de los componentes.

A estos trabajos manuales, el plus lo aporta el tiburón, realizado en estructura soldada por puntos y tela metálica que, según Fran Conde, es ligera. Luego se forran en tela foamizada blanca para que sea pintada por un grafitero que le da el efecto del agua. Como un secreto se guardan los mecanismos que permiten que la boca y la cola del tiburón de muevan.

Fran Conde explica que este disfraz es realidad gracias a los "retorcurrantes", el grupo de trabajo de la murga formado por los padres, amigos y familiares que colaboran de forma desinteresada. "Nosotros no cobramos ayuda económica de Santa Cruz, sino que hacemos lotería, bailes, rifas y trabajamos mucho la presentación".

El trabajo que llevan los diseños de Retorciditos les obliga a que "con bastante antelación nosotros les enseñemos el disfraz a los niños, porque queremos que sean partícipes de la fantasía. A los componentes les explicamos cómo se hacen las cosas para que ellos también colaboren". Las estructuras de los tiburones se comenzaron a hacer en julio, y todavía hoy se están rematando.

En el proceso de construcción se hicieron cinco tamaños de tiburones adaptados a las edades de los componentes, desde los más pequeños, para niños de 3 años, hasta los mayores, de hasta 17 años. "Esta locura sería imposible sin el equipo de trabajo, parte funtamental. Y seguimos trabajando. Llegaremos justitos", añade Fran.