Desde un barco de esclavos negros que navega al ritmo de la samba hasta musas griegas e iconos del cine de terror que cantan a la felicidad, en el carnaval de Brasil todo lo inimaginable es posible y hoy se hizo realidad en el sambódromo de Sao Paulo durante el desfile de sus primeras escuelas.

"Mi filme trae escenas de pavor a cada instante. Es tiempo de brujería, la magia está en el aire", cantaban al unísono las más de 2.500 personas que integraron el desfile de Independiente Tricolor, que inauguró la noche en la pista paulista.

El "enredo", como se conoce popularmente las historias que vertebran los desfiles, comenzó con unos caballeros templarios sobrepasados por una corte real transformada en zombi y a la que le siguieron con el mismo compás todo tipo de monstruos.

No faltaron las hordas de los Drácula, Hannibal Lecter, Freddy Krueger, Jason Voorhees o los Nosferatu que bailaron con pasión al ritmo de su desfile, al que bautizaron como "Luz, cámara y terror: una producción independiente".

"Muero de miedo con las películas de terror, nuestro grupo está bien terrorífico, hasta me da un poco de miedo", decía Talita Lima, de 23 años, instantes antes de recorrer, vestida con un espectacular disfraz de ángel negro, los 530 metros de este sambódromo de Anhembi, proyectado por el arquitecto Óscar Niemeyer.

Debajo de los muñecos Chucky había decenas de niños que danzaban con entrega, a pesar de que a alguno de ellos hubo que espantarle el sueño.

La escuela, surgida de la afición del club de fútbol Sao Paulo, quiso homenajear con esta oda al terror al cineasta José Mojica Marins, más conocido como Zé do Caixao, uno de los máximos exponentes del género en el país suramericano.

A "Independiente Tricolor" le siguió la escuela "Unidos do Peruche", que rindió tributo al popular cantautor Martinho da Vila, presente en cuerpo y alma a sus casi 80 años en lo alto de un carro alegórico.

Con "Académicos do Tucuruvi" llegó el momento más emocionante de la madrugada ya que esta escuela tuvo que reconstruir en un tiempo récord sus disfraces después de que un incendio a principios de enero los destruyera casi en su totalidad.

Solo se salvaron unos 400 de los más de 2.000 trajes que estaban listos para brillar en el sambódromo paulista.

Pero, como si de un ave fénix se tratase, Tucuruvi supo rehacerse a tiempo y hoy deleitó con un universo cargado de arte e historia ("Una noche en el museo") que sumergió al público en un viaje por las principales galerías del mundo de hoy y ayer.

El viaje empezó en la antigua Biblioteca de Alejandría, donde los dioses griegos, como Apolo, se entrelazaron con unas exultantes musas que llevaban de traje su propia piel pintada con espray.

Acto seguido entró en escena Nabucodonosor, rey de Babilonia, y poco después Napoleón para presentar las obras más emblemáticas del Museo del Louvre, entre ellas la Mona Lisa.

La lluvia de confeti llegó de la mano de "Mancha Verde", cuyos miembros rindieron homenaje a "Fundo de Quintal", el mayor grupo de samba de Brasil.

Los movimientos era tan enérgicos que se podía escuchar a pie de pista el sonido que hacían las borlas de los suntuosos trajes al chocar con el cuerpo de las "passistas".

Con la intención de revalidar el título del año pasado, "Académicos do Tatuapé" saltaron a la pista para homenajear al estado de Maranhao, en el nordeste, la región más pobre del país.

Los más de 3.000 componentes de la escuela se desgañitaron cantando a capela su samba en un mar de azules y blancos por los que navegó una espectacular carroza de 35 metros que emuló un navío de esclavos negros, como tantos que llegaron en el pasado a las costas Maranhao, entre otros puntos, procedentes de África.

Atados con enormes cadenas doradas, grandes estatuas de esclavos se fundían con los bailarines que danzaban de manera desenfrenada para nunca olvidar las (sufridas) raíces de este país, de población mayoritariamente negra.

"Tantas batallas en esta tierra, herencia de lucha, cultura y amor. ÑOh! El negro tanto clamó la libertad a los pies del señor", cantaban.

Cerraron la velada, de casi ocho horas, Rosas de Ouro, que mezcló la samba con el "sertanejo" (country brasileño) y llevó a la palestra la vida de los camioneros, y Tom Maior que contó la historia de Leopoldina, primera emperatriz consorte de Brasil en el siglo XIX.

En la madrugada de este domingo será el turno de las otras siete escuelas del Grupo Especial (categoría de élite): X-9 Paulistana, Império, Mocidade, Vai-Vai, Gavioes da Fiel, Dragoes da Real y Vila María.