Enrique Camacho (Santa Cruz de Tenerife, 1983) hace balance de su tercera gala adulta, en el día después. No oculta su satisfacción. Su eterna sonrisa la cambia por lágrimas de emoción por la acogida. "Me paran, me felicitan. Hasta una chica me ha pedido una foto", dice. Ya piensa en el Carnaval 2019.

¿Cuál es su situación en el día después de la gala?

Estoy en una nube, como en 2015, como la primera gala que dirigí, para la reina infantil. Estoy emocionado.

¿Cuándo comenzó a prepararla?

En marzo, cuando se supo el motivo. Este espectáculo lleva mucho tiempo, es muy difícil.

No me vaya a decir que era un diez por ciento, como ya afirmó.

Hablo de la obertura específicamente. Creo que se resolvió bien, con un vídeo que se comenzó a crear en verano. Todo lleva mucho trabajo y mucho pensar si funcionará o no. Además, son creaciones hechas a la medida. Ha sido un trabajo enriquecedor, pero muy duro.

¿Se imaginaba este resultado?

No me imaginaba este nivel de acogida; confiaba en que teníamos una gala bonita, pero... me sorprendió la gala en muchos momentos.

¿De qué está más satisfecho de la gala de la reina?

Del trabajo con la gente del Carnaval, con grupos, diseñadores... que entendieron las imposibilidades técnicas de que subieran todos los trajes por cuestión de espacio.

¿Por qué faltó un traje en el momento de la proclamación?

No cabía. Habíamos quedado con los diseñadores en que iban a subir los diez trajes más votados porque no había espacio. Al final subieron once y medio...

O sea, ¿sabían el veredicto antes de la proclamación?

No, para nada; nosotros solo sabíamos las diez finalistas, ni siquiera sabíamos quién era la más votada. Expliqué a las candidatas que subirían las diez finalistas en un ensayo; fue una explicación dura. Tengo la mala costumbre de no ocultar nada y no quiero que una persona piense que va a hacer una cosa y luego no la haga. Corrimos el riesgo de que la reina estuviera en un extremo y quedarnos sin el momento de la proclamación.

¿La gala tuvo dos soportales: la obertura y Olga Tañón?

No. De mis tres galas, esta ha sido más un todo que cosas concretas. La obertura aportó un toque más teatral, menos pomposa y se vio muy trabajada. Las actuaciones de los grupos aportó la unión del Carnaval; Olga aportó Olga Tañón, y Carnaval con las comparsas. Abubukaka aportó buenos momentos.

De las tres galas adultas que ha hecho, ¿se queda con esta?

Sí totalmente. Ha sido la más difícil, pero también la más fácil.

No le entiendo.

La más difícil a nivel de trabajo. La más fácil por la implicación de todos. Me he sentido más arropado que nunca.

¿También por la organización?

Sobretodo por los grupos del Carnaval. Me he sentido muy arropado por el alcalde en todo momento.

¿Ya piensa en el Carnaval 2019?

Parece ser que el jefe ha comentado que me renueva.

¿Mantiene la opinión de una gala en la calle después de este año?

La espectacularidad de la calle es única, pero el tiempo es un riesgo. ¿Queremos correr ese riesgo? Yo, después de lo vivido este Carnaval, digo no, ha llovido tres semanas.

¿Ha sido pieza fundamental Juanjo Belloqui?

Por supuesto, tanto Belloqui -con unas luces maravillosas, con reuniones con los diseñadores uno a uno- como el director técnico, José Luis Ramírez "Tote". Ha aportado seguridad...

Ha sido un gran escenario.

Ha cumplido sus objetivos, entra por los ojos y en funcionamiento, más todavía. Está claro que no podemos enseñarlo todo antes, tenemos que poder sorprender y guardamos los grandes efectos al día grande.

¿Qué pasó con Saida?

Que agotó el tiempo cuando estaba a mitad del desfile. Fue uno de los dos trajes que no fue a ensayar.

¿Cómo recordará dentro de quince años esta gala?

Todo lo que me han dicho hasta ahora, que me emociona. Me falta mi padre y no ha sido un Carnaval fácil, y me he sentido muy arropado.

¿Su padre le ha marcado este Carnaval?

Sí, mucho (se emociona).

¿Se puso a dirigir por él?

No me puse a dirigir por él; él habría querido que yo siguiera para adelante. Pero me falta...

¿Y su padre artístico, Jaime Azpilicueta?

Me mandó un mensaje deseándome suerte, pero no he podido hablar con él.