Richar Laverny es uno de los cuatro hijos del recordado Antonio Hernández Laverny, quien en 1972, llegado de Tánger, si instaló en Santa Cruz e importó un género exclusivo del Carnaval. Gracias a su espíritu emprendedor abrió en la capital tinerfeña Almacenes El Kilo, un comercio de textiles que estuvo primero en San Francisco Javier, luego en la Rambla Pulido, para seguir a la calle de El Castillo y desde hace tres años está en El Pilar.

Sobre la evolución en las tendencias del diseño, Richar recuerda que antes la lentejuela era la reina de los diseños, luego fue la silicona y, en la actualidad, los productos estrellas son las telas foamizadas -la reina del disfraz, dice-, la gomaeva y el pegamento para la tela. "El Carnaval comienza en El Kilo", sentencia Richar, quien ya ha tomado el pulso y se atreve a certificar que "hay ganas de fiesta y se nota. Las fechas no son las mejores, porque la proximidad de Navidad al Carnaval hace que se resienta la economía familiar". Aún así, ya está en marcha la "fábrica" del disfraz. Desde hace una semana y media comenzó el movimiento".

¿Las tendencias? Junto a los foamizados, se vende el peluche -aunque menos-, antelina, apliques... Pero este año, dedicado a la fantasía, se están vendiendo "kilómetros de tul". Los carnavaleros tienen en cuenta el motivo que elige Fiestas para hacerse su disfraz, admite. "No sé cuántas piezas de tela de Carnaval vendemos; mi padre (fallecido en 2007) decía que con la tela que vendemos cada edición podríamos dar la vuelta a la Isla", explica Richar.

En su análisis, abunda en las modas y tendencias. "El Carnaval de ahora no es tan rico como el de antes. Entonces se cuidaban más los disfraces, los detalles. Los grupos se han perdido". Dentro de los clientes, Richar los tiene clasificados en grupos de Carnaval y gente de la calle. Ya las costureras han terminado los grupos.

Frente a quienes hablan de brotes verdes en la economía, Richar descarta taxativamente esa máxima. "No se nota esa mejoría". ¿Y le han ganado mercado los chinos? "No me da miedo, porque nuestro comercio está especializado más en tejidos que en complementos", destaca.

Para hacerse un buen disfraz, Richar calcula que hace falta entre treinta o cuarenta euros en telas, a lo que hay que sumar unos 80 euros de mano de obra de la costurera. Incluso en El Kilo también facilitan el contacto de quien pueda coser el diseño, una colaboración gratuita con esas trabajadoras.

A diferencia del Carnaval del ayer, ya no hay un "fondo de armario", sino que cada año "se improvisa". Desde El Kilo reiteran sus ganas de ayudar a los grupos; ya no como antes por la delicada situación económica, pero... "El Kilo ha sido fundamental para que el Carnaval de hoy tenga el prestigio y solera del que disfruta". ¿Ya tiene su disfraz?