Aunque le faltó un año para finalizar la carrera de Química, nadie cuestiona que Nicolás Mingorance (Santa Cruz de Tenerife, 1928) tiene mucha química con el Carnaval. Durante 56 años ha sido la voz del pueblo; o al menos el autor de centenares de letras de Ni Fú-Ni Fá. Este año, la Fufa le ha concedido la insignia de Oro y Brillantes, una distinción que en la sociedad solo atesora el director fundador y Mingorance.

Nicolás Mingorance Camacho nació ("después de los dolores", apostilla con humor) el 18 de febrero de 1928 en la calle Serrano, hijo de un matrimonio del barrio de El Cabo, de la plaza San Telmo.

"En 1961 salió la Ni Fú-Ni Fá, que era del barrio mío. La seguí por ver la novedad, y me gustó. Me resultó interesante y gracioso. Tenía un primo que salía en la murga y le pedí que se acordaran de mí cuando hubiera un hueco; la murga la formaban conocidos que vivían en la plaza de Weyler". "Se reunían en El Porvenir", un bar que había en la parte alta de la calle del Castillo. Por entonces, Mingorance ya se había establecido en el barrio Duggi. Cuando preparaban el Carnaval 1963 -celebrado como Fiestas de Invierno-, buscaban componentes porque algunos iban a causar baja por estar de luto por fallecimiento de algún familiar, y "nos cogieron a tres: a Mundo, Paquito Álamo y a mí", con la condición de que tendrían que marcharse si volvían los que sustituían. "Y desde entonces... parece que caí bien", cuenta.

Mingorance explica que ya en su primer Carnaval, 1963, hizo una letra. "Hablé con Navarrito y le dije que creía que se me podía dar bien hacer letras. Me respondió: ¡Hombre!, si me echaras una mano... porque a veces me veo apurado", recuerda. "El primer año hice una canción en plan de prueba. Era de la calle Miraflores, por una polémica que suscitó la posibilidad de quitar a las chicas de allí. Le gustó (a Navarrito) y la cantamos". Desde entonces, Navarrito y él asumieron el repertorio, hasta que Navarrito se fue. "Había años que yo hacía las diez canciones del repertorio", precisa entre risas. "Hacía crítica y humor, y por eso le gustaba a Enrique (González Bethencourt), y Navarrito hacía solo crítica); yo hacía más cosas picantes".

Entre las canciones de Mingorance, "La corbata" o "Los huevos de alacranes", que se "armó el jaleo padre", y sin embargo "se la tragó la censura, que solo le quitó la última cuarteta. Engañamos hasta la censura". "Estaba bien trajinada; todo tenía doble sentido. Eso fue en 1973".

Antes, en 1966, escribió el primer Cubanito, que ya tiene 51 años. "Y también fue censurado. El encargado de eso era Opelio Rodríguez Peña, que nos dijo que lo cantáramos, pero que no lo publicáramos".

Ajeno a los focos, Mingorance fue quien dio la idea a Ramón González Sanabria, entonces secretario de la Ni Fú-Ni Fá, de organizar un "concursito" para "el montón de murgas infantiles que había. Fue en 1972, en la plaza del Príncipe, y la idea se conoce que no fue mala porque luego (Juan) Viñas la cogió para la organización del Carnaval". "Se lo dijimos a Navarrito y a Enrique, que les pareció bien; Enrique nos pidió que nos ocupáramos nosotros de eso porque él decía que estaba muy liado". "El jurado fuimos Navarrito y yo, y cogimos uno del público, Germán Amador, que era barbero, para que viera que estábamos haciendo las legalmente".

Aunque en el año 2002 "colgó" las botas, solo para desfilar, ha continuado escribiendo letras; este año hizo dos, "Soria" y "Carnaval de Las Palmas", y se las dio al "Flaco", el director de la Fufa. Fueron 40 años seguidos desfilando; "no me fui, solo que no me visto, no me vi en condiciones de salir por la calle desfilando".

La fundación del concurso de murgas infantiles del Carnaval chicharrero no es el único mérito de Mingorance, quien ha hecho historia al ser el letrista de la primera murga femenina de Santa Cruz, Las Atrevidas, nacidas en 1987; como reseña histórica, solo recordar que en 1972 habían salido Las Desconfiadas en Arafo.

"Las Atrevidas fueron antiguas alumnas y se les ocurrió hacer una murga para un festival que organizan todos los años; se les ocurrió ir a la Ni Fú-Ni Fá a pedir ayuda, y Enrique, como siempre, me largó el muerto (se ríe). Les hice las letras y las asesoré, y gustó al colegio de las monjas. Cuando salieron de ese embrollo, se plantearon continuar en el Carnaval. Me preguntaron qué nombre le ponían, les dije eran muy atrevidas. Y así se quedó. "Y hasta el primer año pasaron a la final de murgas", destaca.

Mingorance no oculta que es partidario de hacer un concurso para murgas femeninas, porque entiende que es más fácil así que las mujeres ganen un primer premio. "De esta forma tendrían más alicientes; es muy difícil que una murga femenina gane, es mi opinión", destaca.

En la conversación, Mingorance reconoce que siempre estuvo bajo la "larga sombra" de Enrique González, el fundador de la Ni Fú-Ni Fá, aunque precisa que él "no era apetente de protagonismo, ni ambicionaba nada, ni ser director. Entré como colaborador de la murga y así quise seguir".

Recuerda también el origen de los números de teatro de los Nine Blazer, que empezaron con Enrique y Navarrito, "pero después se fue apartando Enrique y casi me dio la supremacía a mí, e hice un montón de números, como Montserrat Caballé o el Padre de los Pitufos, Mocedades...".

"A mí nunca se me ha ocurrido cobrar por las letras; cada uno tiene su conciencia. Pero si estoy en un grupo y lo quiero, porque lo he mamado... ¡cómo voy a cobrar por hacer una letra!", aunque dice que "cada uno es cada uno". "Mis canciones no sirven para otra murga, porque son de tres o cuatro minutos, lo que dura una canción normal en un disco. Y la murga, para ocupar los 30 minutos que le dan, hace canciones de 10 y 12 minutos para mantenerse en el escenario", analiza. "Hay canciones que empiezan con un tema y acaban con otro", se lamenta: "Después ni te acuerdas lo que te estaban diciendo al principio. "A mí me gusta una canción, un tema, y tres o cuatro minutos, que la gente la digiera al momento. Muy buena tiene que ser una canción de 10 o 12 minutos para que la gente no se aburra", insiste. Por este motivo, Mingorance propone recortar el tiempo de duración, para que las murgas hagan canciones más cortas".

Respecto al narcisismo murguero, el letrista de letristas lo tiene claro: "La reina de los carnavales es la rondalla, digan lo que digan, por historia y por todo; las murgas hemos tenido una época y ahora están en auge, igual que las comparsas, que han evolucionado mucho, pero no veo supremacía de un género sobre otro, todos somos Carnaval".

"Al canarión hay que cantarle siempre, aunque sea por tradición", dice con una sonrisa socarrona. "Si no le cantas al canarión, parece que le falta algo a la murga", dice.

Mingorance reivindica la actualidad en el repertorio murguero: "Eso es lo bueno que tiene el Cubanito, lo que ocurre ahora lo puedes cantar en Piñata". "Si hubiera salido en la murga le hubiera cantado a la drag, y Enrique, por supuesto".