Contagiada por el ritmo de la canción "Pasito, tun tun", así discurrió la Cabalgata anunciadora del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, en la que participaron más de cien mil personas entre participantes y el público que desbordó el trayecto comprendido entre la avenida de Bélgica y la de Anaga.

El desfile más largo del Carnaval, por extensión, comenzó, como es tradicional, con la Afilarmónica Ni Fú-Ni Fá, dirigida por José Antonio González "El Flaco" al frente. Detrás, la organización estableció tres bloques: niños, mayores y, detrás, los adultos.

Esta crónica está realizada desde la plaza del colegio San Fernando, en el barrio de Duggi, la mejor zona iluminada para dar esplendor a los grupos en la retransmisión de Televisión Canario. Eso sí, la iluminación que duró las dos horas que duró la emisión.

Al principio, la Cabalgata comenzó casi de puntillas. Con paso lento, pero firme. La organización, que en los últimos tres días se había reunido con los grupos de las diferentes modalidades del Carnaval, había declarado la guerra a los vacíos. Con la mismísima concejala de Fiestas, Gladis de León, a la cabeza, convertida ayer en una regidora más de la Cabalgata, la organización tiraba de los grupos para evitar huecos.

Detrás de la Ni Fú-Ni Fá, las murgas infantiles ganadoras. La primera, Castorcitos, ganadora en el apartado de Interpretación, seguida por la histórica Rebeldes y también el primer premio de Presentación, Los Retorciditos, de Granadilla. Entre los participantes de la cantera se encontraba también Minivirguer, de La Orotava, que aunque no entra en concurso en Santa Cruz, se vino anoche a disfrutar de la cabalgata.

La primera reina en participar fue la soberana de la cantera, arropada por sus damas de honor, que iban en otra carroza. La responsable de Fiestas no quería que nada fallara y que el Carnaval fluyera: "¡Vamos, vamos, chicos, no se paren!", animaba con una sonrisa.

Cualquier persona que se parara para una cámara de televisión, sobre la marcha se encontraba con alguien de la organización que le rogaba que permitiera la fluidez al desfile. Poco a poco el público fue desbordando los márgenes, donde las sillas, para cumplir con la tradición, ya estaban colocadas -y amarradas- desde primeras horas de la mañana de ayer tanto en Ramón y Cajal como hasta en Méndez Núñez.

El hueco más amplio entre grupo y grupo, cuando existió, apenas superó los veinte metros. Conforme iba evolucionando el desfile, se iba acrecentando la velocidad. Una hora tardó en pasar toda la comitiva infantil, encabezada por la reina infantil, incluyendo su corte, las murgas y los colectivos coreográficos. Uno de los momentos brillantes, la participación de la comparsa Tropicana infantil, que contagió de ritmo la calle. "¡Vamos, vamos, chicos, no se paren!", insistió la concejala.

Casi como una transición de los niños a los mayores, Los Bohemios, los decanos de la modalidad coregráfica, que dio paso a la reina de la tercera edad. Soberana de los mayores porque fue elegida en una gala, pero el ritmo de Mari Cañadas, la reina, era la envidia ayer de más de una comparsera. Y es que la reina madre simplemente desbordó ritmo y ganas de Carnaval. Detrás, su corte, y arropadas por los grupos de los mayores, que cantaban sus pasacalles.

Desde Harpo Marx a Michael Jackson o Jack Sparrow... y reapareció un nuevo Charlot, que trajo al recuerdo al desaparecido Pedro Gómez Cuenca. "¡Vamos, vamos, chicos, no se paren!", dijo de nuevo la concejala.

Curiosa contradicción: llegaron las agrupaciones musicales y luego las comparsas, las formaciones con más ritmo del Carnaval y, sin embargo, la espectacularidad de sus fantasías atraía a los medios de comunicación, que les pedían que posaran para ellos. Y se escuchó la misma voz, aunque ya más cascada: "¡Vamos, vamos, chicos, no se paren!".

Y llegó la reina adulta, majestuosa, con los Cariocas, y una legión de Joroperos, y Tabajaras, Río Orinoco... hasta el asfalto se disfrazó de escarcha y los edificios se entregaron a las batucadas.

Un momento de desconcierto fue cuando, detrás de la soberana adulta, apareció la carroza de la primera dama de honor, pero sin la aspirante que, al parecer, indispuesta, abandonó el trayecto de la Cabalgata.

El público llamaba a los protagonistas del desfile, a los que les pedía que se acercaran para hacerse una foto, como le ocurrió al director de los Bambones.

Detrás, Mamelucos, que lucieron su fauno, Bambones y ya una inmensa legión de carnavaleros. Casi una hora y media desde que comenzó la Cabalgata hasta que llegó a la calle para enlazar con los bailes.

Habían transcurrido dos horas y seguían pasando grupos del Carnaval, que eran mayoría sobre los carnavaleros "oficiales", como Las Celias, que cumplen 20 años.

Habían transcurrido casi tres horas y todavía fluía Carnaval por la plaza del barrio Duggi, que ya estaba apagado sin la luz de Televisión Canaria. Ayer, sin duda, los que hicieron su agosto en febrero fueron los bares de la calle Ramón y Cajal y en especial los que colocaron su terraza, una zona "vip" para los clientes que disfrutaron en primera fila del mayor espectáculo de Carnaval: la conquista de la calle.

¡Vamos, vamos, chicos, no se paren... que es Carnaval!