"La garra", la que a juicio del presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo, tiene Ana Oramas y la que según esta posee su compañera y candidata por la provincia de Las Palmas al Congreso, María Fernández, va camino de Madrid. "Que se preparen", señaló la aspirante a renovar su escaño en el Parlamento parafraseando la licencia que, según explicó, se permitió "en tono de broma" el jefe del Ejecutivo autonómico cuando Coalición Canaria (CC) presentó sus candidaturas. En puertas de arrancar la campaña electoral, los manuales dictan que la moral debe estar por la nubes o, en su defecto, aparentar que es así.

"Sería fantástico que recuperáramos los tres diputados canarios", señaló la protagonista en el día de ayer del foro de Prensa Ibérica y metió en la terna a Guadalupe González Taño, que ocupa el segundo puesto en la lista por Santa Cruz de Tenerife. "Estamos a unos pocos miles de votos de lograr ese segundo diputado", afirmó Oramas citando unas encuestas fantásticas, que para sus intereses lo son en un sentido y para el común de los mortales, en el restante.

El presidente, el vicepresidente -Pablo Rodríguez-, cuatro consejeros -Isaac Castellano, Rosa Dávila, Pedro Ortega y José Manuel Baltar-, algunos viceconsejeros -Cristóbal de la Rosa o Francis Candil, entre ellos- y una candidata de estreno, la mencionada María Fernández, arroparon ayer a Oramas.

Lejos de la ventriloquía

"Esa garra, esa fuerza", alargó la presentación Clavijo en una repetición del discurso con el que de manera habitual daba paso José Luis Moreno a las actuaciones los sábados por la noche. Se lo podía permitir, porque si algo está claro a esas alturas es que nadie habla mientras Ana Oramas mueve los labios haciendo suyo el discurso. Para mejor entender, si en los partidos existe una minoría que genera los mensajes, que puede que así sea, y una mayoría que los difunde, la aspirante a renovar su escaño en la Cámara Baja pertenece, sin atisbo de duda, a la primera.

Por más que ayer los lapsus línguae tocaran una y otra vez a su puerta, que si "fogacitan" por fagocitan, Cristóbal "Montero" por Montoro, "Pedro" Casado por Pablo, o "cómo se reconduzco" por recondujo, nada perturba el fondo de su mensaje. Si no se ha entendido ya, a la hora de repartir roles, el de poli malo no se toca, lo tiene en propiedad.

Ahí reside la fuerza de su política. Cuando CC sobra a quienes gobiernan porque les bastan otros apoyos, se faja y reparte estopa denunciando incumplimientos con Canarias a diestra (PP) y siniestra (PSOE) cada vez que puede subir a la tribuna de oradores. Su discurso supone un giro narrativo sobre el reiterativo guión de los líderes nacionales, y tanto aire fresco supone eso para quienes escuchan lo mismo una y otra vez, que la Asociación de Periodistas Parlamentarios le concedió el Premio Emilio Castelar a la mejor oradora en 2018.

Cuando la parte más feliz de la matemática hace a los nacionalistas canarios más necesarios de lo que Julieta lo fue para Romeo, se sienta a jugar al póquer negociador hasta acabar con el oponente de turno; por agotamiento si es preciso.

Ayer hizo público el farol que se jugó cuando Cristóbal Montoro vio un aro demasiado estrecho -"en Madrid hay que explicar todo al ministro, al secretario de estado...", lamentó Oramas- y el entonces ministro de Hacienda decidió enrocarse. Ocurrió durante la negociación de los presupuestos estatales del curso pasado. "Cogimos los bolsos y nos levantamos, Rosa [Dávila] se asustó", rememoró divertida. No habían llegado a la puerta cuando, según su relato, les pidieron que regresaran y fraguó el acuerdo.

Una más. "¿Qué le parece lo que ha ocurrido con las ayudas para el agua de riego?", le trasladaron desde el público en alusión a los ocho millones que el Gobierno central dijo no iba a enviar y parece que finalmente llegarán. "Bueno, bueno, eso; es que deja ya de..., me voy a callar que si no Fernando me echa la bronca".