Ha reflejado en su reciente libro a muchos canarios anónimos que cruzaron el Atlántico hacia América. ¿Enfoca el valor humano por encima de la épica migratoria?

La épica migratoria está alimentada por el valor humano de quienes se fueron, desde los intelectuales hasta la gente más humilde que se entregaron en cuerpo y alma a la tierra que les acogió.

De entre los 24 capítulos de la obra, ¿cuáles destacaría como más documentados?

Creo que todos. Si la obra tiene cierta originalidad es porque combina las aportaciones de investigadores en América y Canarias con lo que ofrece el conocimiento directo de ciertos emigrantes con los que tuve la suerte de contactar y que llegaron a puestos muy destacados en los distintos países donde se establecieron. Por tanto, considero que todos los capítulos son necesarios unos con respecto a otros porque lo que pretendo es dar una imagen global de los cinco siglos de vínculos entre Canarias y América.

¿Qué informantes ha tenido, los protagonistas o sus descendientes?

Casi todos protagonistas. Las entrevistas las realicé en los años 80 y en 2003. Muchos tenían ya edad avanzada y otros han desaparecido. Me daba cierto dolor que en un determinado momento se perdieran los testimonios orales que grabé.

En este año de centenario del hundimiento del Valbanera, ¿es su propósito contrastar aquella gran tragedia con una mirada distinta sobre la emigración?

Tiene mucho que ver. El libro no es sobre el Valbanera. Se escribe a partir de unos programas que realicé para la Cadena Ser con el patrocinio del Gobierno de Canarias de aquel momento. Aprovecho el centenario del Valbanera como punto de arranque de la emigración canaria a América hacia atrás y hacia delante. El historiador cubano Mario Luis López Isla sí ha realizado una investigación fabulosa sobre el Valbanera.

Entonces, ¿qué otros hechos se narran en el libro?

Hubo otros muchos naufragios. Hace meses se publicaba sobre una catástrofe que se dio con el Guadalhorce en 1932. Hubo también otros casos en Argentina en la década de 1830 donde tuvo que entrar el presidente de la junta de representantes de la provincia de Buenos Aires a solicitar que se suspendiera la sesión de ese día por el estado físico y mental en que habían llegado más de 200 canarios a las aguas del Río de la Plata, que necesitaban socorro inmediato. Esto te hace pensar en los emigrantes en el Mediterráneo y en Canarias cuando traen el mismo aspecto, me recuerda a cómo lo pasaron los canarios cuando fueron para allá. En la obra me refiero también a Domingo Montesdeoca que salió en un pequeño barco desde el Puerto de la Luz con afán de aventura y llegó de forma clandestina, en vez de a Venezuela por el Orinoco al Amazonas. Encalló a once kilómetros de la desembocadura, prácticamente muriéndose de hambre. Pasaron los indios por allí y huyeron despavoridos al ver el aspecto de los canarios.

¿Qué más cuenta?

Hubo también casos de canibalismo. Asimismo, añado la aportación de intelectuales canarios, como Mercedes Pinto y María Rosa Alonso. Hablo de la papa y el azúcar. La caña de azúcar salió de Las Palmas de Gran Canaria para Santo Domingo en el segundo viaje de Colón y allí causó fortuna, pero significó la primera gran crisis económica de las Islas Canarias por competir luego con la caña isleña. Me refiero también a la música como medio de acercamiento de los pueblos. Hay mucho folclore canario venido de América y viceversa.

Su prologuista, el profesor Trapero, asegura que los canarios siempre han emigrado hacia Occidente, no hacia el Norte. ¿A qué lo atribuye?

A muchos factores. Uno es que Canarias está en la ruta idónea para alcanzar América una vez que Colón llega en octubre de 1492. Las Islas se convierten en una especie de economato donde todas las expediciones paran para continuar hacia las Indias. Las propias corrientes suelen llevar todo lo que desde el norte pasa por Canarias y ya a la altura de Senegal llevan también hacia América. Por tanto era la ruta más segura y fácil, a lo que se añade el hecho de que Canarias era prácticamente una base de experimentación de la Corona de Castilla, como señalan algunos.

También alaba Trapero su interés en personas e historias sin trascendencia histórica. ¿Es lo que faltaba para completar el relato de la gran epopeya canaria en el Atlántico?

Creo que sí porque aunque hay muchos libros que tratan sobre personas normales fuera de la gran épica de la gente ilustrada, no valoramos suficientemente la emigración de la gente sencilla, que entregó lo mejor de su juventud a la conformación de la mentalidad americana junto con los intelectuales. Muchas veces la Historia nos lleva a olvidarnos de la persona común que tiene tanta importancia como los grandes protagonistas históricos, todo un compendio de la importancia del hecho migratorio.

¿Qué destacaría de las influencias recíprocas entre Canarias y América?

Ha sido extraordinaria la influencia de los países americanos en Canarias y en la Península. En el habla los canarios tenemos más similitudes con la América hispana que con el resto de España por una evolución diferente del castellano andaluz que llegó aquí y desde aquí a América con relación al castellano de Castilla. Eso nos emparenta de una forma clara. Canarias realizó muchas aportaciones a América que nos harían quitarnos muchos complejos de encima.

¿A qué complejos se refiere?

A lo que se dice de la indolencia del canario, de la desidia, del dejarse ir y de que el clima nos condiciona mucho... Pero luego vemos la gran epopeya de los canarios en América y de sus descendientes. Hombres como Francisco de Miranda en Venezuela, el creador del concepto Colombia cuyo apellido aparece en el Arco del Triunfo de París, que fue amigo de toda la aristocracia europea; también filósofos, pensadores o frailes. Tenemos a Ruiz de Padrón o a José de Arce, una cantidad ingente de personas que dieron tanto de sí para la cultura y la conformación de las sociedades americanas que pienso qué hubiera pasado si esa gente hubiera tenido el terreno abonado aquí para desarrollar sus ideas.

Venezuela fue uno de los destinos principales ¿Cómo ve la situación presente de aquel gran país, del que muchos regresarían si pudieran?

Es una situación lamentable y complicada que muchas veces desata pasiones sin mucha reflexión ni documentación tanto en un sentido como en el otro.

¿Y cómo valora la situación de otros países receptores de la emigración canaria?

He estado en unos cuantos países y me siento como en casa. Todavía mantienen vínculos emocionales con España y Canarias, pero a la vez son jóvenes históricamente. Sólo se les debe permitir encauzar los problemas que van surgiendo, "de adolescencia", según García Márquez. Es un continente que necesita ir asentándose y solidificándose. Ir a América me ha ayudado a pensar también cómo somos y éramos los canarios. He visto allí valores que aquí se han convertido en muy minoritarios, como la educación, el amor a la lectura o a la cultura. En Argentina se puede apreciar, por ejemplo, el nivel cultural de determinados círculos sociales. Se siente uno en una tierra viva, lo mismo que en Santiago de Chile y otros lugares del continente. Los vínculos con Canarias son más fuertes que los 7 mil kilómetros que nos separan.