La jornada inaugural del debate sobre el Estado de la Nacionalidad Canaria siguió el guión habitual de las películas de Almodóvar, es decir, la sesión se inició sin nervios, a la mitad del guión se descubrieron los primeros picos de histeria y todo acabó envuelto en una especie de locura transitoria que murió con un punto y final truculento, no con el Game Over de Dolores Corujo (PSC-PSOE), en el que los protagonistas terminaron mirándose a la cara sin saber explicar bien lo que había pasado.

El presidente tuvo una mañana plácida. Nada fuera de lo normal en una comparecencia de este perfil. Datos, minutos de wasapeo y un discurso que evolucionó con una cadencia constante desde la línea de salida. Que Fernando Clavijo es un hombre de consensos no es un secreto. Al revés, el lagunero ha convertido en una virtud su capacidad para decir las cosas sin tener que pronunciar una palabra más alta que la otra... En esa ausencia de apasionamiento sus opositores trataron de encontrar puntos débiles, pero el nacionalista se marchó a almorzar -sin la necesidad de tener que compartir el bocadillo de mortadela que le ofreció Noemí Santana (Podemos)- con la situación bajo control.

Durante la comida, Clavijo se dio cuenta de que los fuegos artificiales estaban encargados para la sobremesa. La socialista Dolores Corujo no tardó mucho en agitar el avispero parlamentario. Su discurso fue cañero. Vamos, en la línea de lo acostumbrado. La lanzaroteña comparó a Fernando Clavijo y a José Luis Baltar con un par de trileros y luego reclamó respeto. Demasiado tarde. Apostó por la táctica del "y tú más" para defender las fantasías presidencialistas de su jefe de filas, Ángel Víctor Torres, quien tuvo que ver el partido de ayer desde la grada: resguardado del tiroteo dialéctico.

La grancanaria Carolina Darias (PSC-PSOE) salió a auxiliar al presidente en varias ocasiones ante el escándalo que maduró desde el sector del partido de la rosa.

Asier Antona (PP) cambió Los abrazos rotos de Almodóvar por la versión de Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton. El líder popular dejó claro desde el primer segundo de su intervención que, a su juicio, Clavijo vive una realidad paralela en materia de empleo, dependencia, sanidad... Eso sí, en un romántico flashback no dudó en reclamar un poquito de cariño hacia un aliado que nunca compartió los bancos azules, pero sí afinidades en la ley del Suelo y a la hora de sacar adelante los presupuestos autómicos. En ese mismo momento, en Madrid los ministros socialistas Ábalos y Ribera pleneaban otro par de incumplimientos con las Islas.