Corría el año 1999. A la hermana de Dolores García, vecina de La Orotava, que estaba embarazada, le diagnosticaron que el niño venía con una cardiopatía incompatible con vida. Salvo que fuera operado en Madrid. Allí viajó la familia y Dolores comprobó cómo y dónde vivían (y, sobre todo, dormían) los familiares mientras duraba el tratamiento de los niños. Volvieron con su sobrino curado pero ella ya tenía el germen de una idea: el alojamiento en pisos de los familiares de los críos. Así nació Corazón Valiente, una ONG consolidada veinte años más tarde que cuenta con cuatro pisos destinados al alojamiento: dos en Madrid, uno en Las Palmas y otro de reciente inauguración en La Cuesta (La Laguna).

Corazón Valiente tiene sedes físicas en El Sauzal y La Orotava. Cuenta hoy en día con el trabajo de unas 40 personas de distintas disciplinas (fisioterapeutas, logopedas, pedagogos, psicólogos...), la mayoría voluntarios, y unos 5.000 asociados. La preside desde hace dos años (tres en abril), Pilar Domínguez, que a su vez cumple once como psicóloga de los pequeños pacientes y sus familias.

Su encuentro con la ONG fue muy peculiar: "Tenía una pequeña empresa de construcción y con la crisis ya se sabe. Veía carteles de la ONG y me despertaba curiosidad. Hice una entrevista de trabajo, entré y hasta la fecha".

Domínguez explica que "para el tratamiento y la intervención hay que ir a Madrid, al 12 de Octubre y al Gregorio Marañón, o al Materno-Infantil de Las Palmas, donde opera un equipo de La Paz. Por eso tenemos pisos en Madrid (dos en la calle Legazpi) y la capital grancanaria, cerca de los centros sanitarios".

Hace poco inauguraron otro en La Cuesta, "gracias a la Fundación Adrián Hoteles, destinado a quienes tienen que desplazarse desde las islas menores".

Pilar recuerda "situaciones muy duras que nos han fortalecido como la actual de tres hermanos, todos trasplantados, uno de los cuales está ahora en situación crítica", pero mantiene la esperanza que dan los datos: "El 80% de los niños trasplantados se recupera. Y la mayoría vuelve mucho mejor de ese viaje a Madrid o Las Palmas en el que nosotros estamos para ayudarle a él y a su familia".

Eso mismo, una familia grande, apunta Pilar, "es lo que se crea durante esta relación muy profunda. De hecho, los que vuelven a la revisión cada cuatro meses se pasan el tiempo buscando canarios en el hospital para brindarles el apoyo que ellos recibieron".

"Los canarios -detalla- entran en el protocolo para incorporarse a una lista de espera de entre uno y 18 meses. Si no están en lo que se llama código 0; o sea, la necesidad de un trasplante inmediato".

Pilar concluye con un recuerdo: "La primera niña trasplantada fue Adriana, de La Victoria. Tenía 18 meses y hoy ya ha cumplido once años de salud". Un ejemplo.