José Díaz (Las Palmas de Gran Canaria, 1966) quedó impactado tras un viaje en 2000 a Nepal, donde como voluntario formó durante dos años a profesores. En 2003 fundó la ONG Educanepal que preside en la actualidad. Estuvo en Tenerife para hacer un balance de estos 15 años "Dibujando sonrisas", sobre todo de niñas a las que han logrado arrebatar de las garras de mafias que las hubieran condenado a la prostitución.

"En Bajamar y La Laguna hemos vivido momentos maravillosos de debate, emoción e intimidad", resume.

Díaz explica: "Trabajamos en las aldeas, con los campesinos y sus hijos. Les alertamos de que no se fíen de las falsas promesas de los agentes que ofertan trabajos y salarios irreales. No tienen pinta de mafiosos y se ganan la vida captando niños; por cada uno reciben entre 20 y 50 euros de comisión. El perfil de mafia lo tienen más los dueños de prostíbulos, circos, salones de masaje o fábricas textiles. Siempre hay tensiones y han mostrado pistolas al personal local en los rescates. Pero nuestra misión es más prevenir. Rescatar solo no acaba con el problema. Hay que invertir en educación, recursos, formación vocacional y sensibilización. Ahí destinamos el 95% de los recursos".

José insiste: "Educar puede salvar vidas. Aprender a coser ha permitido a 220 niñas ganarse la vida como costureras en sus aldeas. En las cooperativas las mujeres han aprendido a llevar una contabilidad básica, a tomar decisiones, a expresar su opinión y a manejar dinero. Hace 18 años era algo impensable".

"Nuestra misión -añade- es evitar el tráfico de niños y es fundamental generar recursos en las aldeas a través de cooperativas de mujeres que invierten sus ahorros y nuestra aportación (250 euros anuales por cooperativa) en semillas, ganado o pequeños negocios a nivel local. La educación de menores es también vital y eso es el 80% del proyecto: educación académica y vocacional".

Un caso especial: "Me maravilla el progreso que hacen las niñas en la casa de acogida. Hace diez años que pudimos construirla y la primera que llegó fue Basanti, de 10 años, huérfana de padre y madre. La había conocido con siete, al ser de las primeras escolarizadas. Son más vulnerables al tráfico y si no llega a ser por nosotros no se sabe dónde hubiera acabado. Para mí es como una hija y hemos logrado que hoy sea universitaria y trabaje repartiendo material escolar en las aldeas".

Recuerda el terremoto de 2015: "Mostró la cara solidaria de los nepalíes. Nunca vi tanta impotencia reflejada en sus rostros, pero son muy resilientes ante la adversidad".

José se considera "inmensamente feliz por la labor y los logros. En Nepal hemos logrado prevenir el tráfico de niños en un 80% en treinta aldeas del distrito de Makwanpur, donde vivo. Eso se traduce en cerca de 60.000 niños que en los últimos 15 años han tenido la oportunidad de aprender a leer y escribir".

La experiencia "me ha marcado personalmente, es indudable . Sobre todo los niños, que aunque apenas tengan para sobrevivir, sonríen. Conocer a cientos explotados laboral y sexualmente, me tocó las narices, luego el corazón, y no podía quedarme de brazos cruzados. Todas las energías las canalicé a través de Educanepal".